Página 720 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 81—“El señor ha resucitado”
Este capítulo está basado en Mateo 28:2-4, 11-15.
Había transcurrido lentamente la noche del primer día de la
semana. Había llegado la hora más sombría, precisamente antes del
amanecer. Cristo estaba todavía preso en su estrecha tumba. La gran
piedra estaba en su lugar; el sello romano no había sido roto; los
guardias romanos seguían velando. Y había vigilantes invisibles.
Huestes de malos ángeles se cernían sobre el lugar. Si hubiese sido
posible, el príncipe de las tinieblas, con su ejército apóstata, habría
mantenido para siempre sellada la tumba que guardaba al Hijo de
Dios. Pero un ejército celestial rodeaba al sepulcro. Angeles excelsos
en fortaleza guardaban la tumba, y esperaban para dar la bienvenida
al Príncipe de la vida.
“Y he aquí que fué hecho un gran terremoto; porque un ángel del
Señor descendió del cielo.
Revestido con la panoplia de Dios, este
ángel dejó los atrios celestiales. Los resplandecientes rayos de la
gloria de Dios le precedieron e iluminaron su senda. “Su aspecto era
como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo
de él los guardas se asombraron, y fueron vueltos como muertos.”
¿Dónde está, sacerdotes y príncipes, el poder de vuestra
guardia?—Valientes soldados que nunca habían tenido miedo al
poder humano son ahora como cautivos tomados sin espada ni lanza.
El rostro que miran no es el rostro de un guerrero mortal; es la faz
del más poderoso ángel de la hueste del Señor. Este mensajero es
el que ocupa la posición de la cual cayó Satanás. Es aquel que en
las colinas de Belén proclamó el nacimiento de Cristo. La tierra
tiembla al acercarse, huyen las huestes de las tinieblas y, mientras
hace rodar la piedra, el cielo parece haber bajado a la tierra. Los
soldados le ven quitar la piedra como si fuese un canto rodado, y le
oyen clamar: Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama. Ven a Jesús
salir de la tumba, y le oyen proclamar sobre el sepulcro abierto: “Yo
soy la resurrección y la vida.” Mientras sale con majestad y gloria,
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