Página 752 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 86—Id, doctrinad a todas las naciones
Este capítulo está basado en Mateo 28:16-20.
Estando a sólo un paso de su trono celestial, Cristo dió su man-
dato a sus discípulos: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra—dijo.—Por tanto, id, y doctrinad a todos los Gentiles.” “Id
por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura.
Repitió
varias veces estas palabras a fin de que los discípulos comprendiesen
su significado. La luz del cielo debía resplandecer con rayos claros
y fuertes sobre todos los habitantes de la tierra, encumbrados y hu-
mildes, ricos y pobres. Los discípulos habían de colaborar con su
Redentor en la obra de salvar al mundo.
El mandato había sido dado a los doce cuando Cristo se encontró
con ellos en el aposento alto; pero debía ser comunicado ahora a un
número mayor. En una montaña de Galilea se realizó una reunión,
en la cual se congregaron todos los creyentes que pudieron ser
llamados. De esta reunión, Cristo mismo había designado, antes de
su muerte, la fecha y el lugar. El ángel, al lado de la tumba, recordó
a los discípulos la promesa que hiciera de encontrarse con ellos
en Galilea. La promesa fué repetida a los creyentes que se habían
reunido en Jerusalén durante la semana de la Pascua, y por ellos
llegó a muchos otros solitarios que estaban lamentando la muerte
de su Señor. Con intenso interés, esperaban todos la entrevista.
Concurrieron al lugar de reunión por caminos indirectos, viniendo
de todas direcciones para evitar la sospecha de los judíos envidiosos.
Vinieron con el corazón en suspenso, hablando con fervor unos a
otros de las nuevas que habían oído acerca de Cristo.
Al momento fijado, como quinientos creyentes se habían reunido
en grupitos en la ladera de la montaña, ansiosos de aprender todo lo
que podían de los que habían visto a Cristo desde su resurrección.
De un grupo a otro iban los discípulos, contando todo lo que habían
visto y oído de Jesús, y razonando de las Escrituras como él lo había
hecho con ellos. Tomás relataba la historia de su incredulidad y
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