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Capítulo 13—El peligro de la educación mundana
Muchos de los que colocan a sus hijos en nuestras escuelas tendrán
grandes tentaciones porque desean para ellos lo que el mundo consi-
dera la educación más esencial. A los tales quiero decirles: Presentad
a vuestros hijos la sencillez de la Palabra, y ellos estarán seguros.
Este Libro es el fundamento de todo verdadero conocimiento. La
más alta educación que pueden recibir consiste en aprender a añadir
a su “fe virtud, y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza y
en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; y en el
temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad”. “Por-
que si en vosotros hay estas cosas, y abundan—declara la Palabra de
Dios—, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimien-
to de nuestro Señor Jesucristo ... porque haciendo estas cosas, no
caeréis jamás. Porque de esta manera os será abundantemente admi-
nistrada la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo”.
2 Pedro 1:5-11
.
Cuando se pone a un lado la Palabra de Dios, por libros que apar-
tan del Señor y confunden el entendimiento acerca de los principios
del reino de los cielos, la educación impartida es una perversión del
vocablo. A menos que el estudiante reciba alimento mental puro,
cabalmente limpio de todo lo que se llama “educación superior” y
está impregnado de incredulidad, no puede conocer verdaderamente
a Dios. Únicamente los que cooperan con el cielo en el plan de
salvación, pueden saber lo que significa en su sencillez la verdadera
educación.
Los que procuran la que el mundo estima tanto, se ven gra-
dualmente alejados de los principios de la verdad, hasta llegar a
ser personas educadas mundanalmente. ¡Y qué precio han pagado
por su educación! Se han apartado del Santo Espíritu de Dios. Han
preferido aceptar lo que el mundo llama conocimiento en lugar de
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las verdades que Dios ha confiado a los hombres por sus ministros,
apóstoles y profetas.
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