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La Educación Cristiana
tomar hábitos dilatorios. Los hábitos de laboriosidad y de esmero
serán una bendición indecible para los jóvenes en la escuela mayor
de la vida, en la cual han de entrar cuando tengan más edad.
No se debe permitir a los niños pensar que todo lo que hay en
la casa es juguete suyo, que pueden hacer con ello como quieren.
Aun a los niños más pequeños deben dárseles instrucciones al res-
pecto. Corrigiendo este hábito, se lo destruirá. Dios quiere que las
perversidades naturales a la infancia sean desarraigadas antes de
transformarse en hábitos. No les deis a los niños juguetes que se
rompan fácilmente. Hacer esto es enseñarles lecciones en el arte
de destruir. Dénseles juguetes que sean fuertes y durables. Estas
sugestiones, por insignificantes que parezcan, representan mucho en
la educación del niño.
Las madres deben precaverse para no enseñar a sus hijos a de-
pender de otros y pensar sólo en sí mismos. Nunca les deis motivo
de pensar que son el centro, y que todo debe girar alrededor de ellos.
Algunos padres dedican mucho tiempo y atención a divertir a sus
hijos; pero debe enseñárseles a divertirse solos, a ejercitar su pro-
pio ingenio y habilidad. Así aprenderán a contentarse con placeres
sencillos. Debe enseñárseles a soportar valientemente sus pequeñas
desilusiones y pruebas. En vez de llamar la atención a todo dolor
trivial o lastimadura, distráigase su mente; enséñesele a pasar por
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alto las pequeñas molestias.
Estúdiese para aprender a enseñar a los niños a ser serviciales.
Los jóvenes deben acostumbrarse desde temprano a la sumisión,
a la abnegación y a la consideración de la felicidad ajena. Debe
enseñárseles a subyugar el temperamento impulsivo, a retener la
palabra apasionada, a manifestar invariablemente bondad, cortesía y
dominio propio.
Recargada con muchos cuidados, la madre puede a veces creer
que no puede tomar tiempo para instruir pacientemente a sus peque-
ñuelos y dedicarles su simpatía y amor. Pero ella debe recordar que
si los hijos no hallan en sus padres y en sus hogares lo que satisfaga
su deseo de simpatía y compañerismo, recurrirán a otras fuentes,
que harán peligrar tal vez la mente y el carácter.
Dedicad parte de vuestras horas libres a vuestros hijos; asociaos
con ellos en sus trabajos y deportes, y conquistad su confianza.
Cultivad su amistad. Dadles responsabilidades que llevar, pequeñas