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La salvaguardia de los jóvenes
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poder para el bien en el mundo. El observa con ansioso interés para
ver si los padres ejecutan sus planes, o si por bondad equivocada
estorban su propósito, complaciendo al niño para su ruina presente
y eterna. Es una obra digna y grandiosa la de transformar este ser
impotente y aparentemente insignificante en una bendición para el
mundo y para la honra de Dios.
Padres, ayudad a vuestros hijos a cumplir el propósito que Dios
tiene para ellos. En el hogar se los ha de educar para que hagan
obra misionera que los prepare para esferas más amplias de utilidad.
Educadlos para que honren a Aquel que murió para ganarles la vida
eterna en el reino de gloria. Enseñadles que Dios les ha asignado una
parte en su gran obra que ellos tienen que desempeñar. El Señor los
bendecirá mientras trabajen para él. Pueden ser su mano auxiliadora.
Vuestro hogar es el primer campo al cual sois llamados a trabajar.
Las preciosas plantas del jardín del hogar exigen vuestro primer cui-
dado. Considerad cuidadosamente vuestro trabajo, su naturaleza, su
influencia, sus resultados, recordando siempre que vuestras miradas,
vuestras palabras y vuestras acciones ejercen una influencia directa
sobre el futuro de vuestros amados. Vuestra obra no consiste en
crear belleza en la tela, ni esculpirla en el mármol, sino en grabar
sobre un alma humana la imagen divina.
Dad a vuestros hijos cultura intelectual y preparación moral. For-
taleced sus mentes juveniles con principios firmes y puros. Mientras
tenéis oportunidad, echad el fundamento de una noble virilidad y
femineidad. Vuestra labor será recompensada mil veces.
Este es vuestro día de confianza, vuestro día de responsabilidad y
oportunidad. Pronto llegará aquél en que habréis de dar cuenta. Em-
prended vuestra obra con ferviente oración y fiel esfuerzo. Enseñad
a vuestros hijos que es privilegio suyo recibir cada día el bautismo
del Espíritu Santo. Permitid que Cristo encuentre en vosotros su
mano auxiliadora para ejecutar sus propósitos. Por la oración podéis
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adquirir una experiencia que dará perfecto éxito a vuestro ministerio
en favor de vuestros hijos.
Los padres adventistas deben comprender más plenamente sus
responsabilidades como edificadores del carácter. Dios les ofrece el
privilegio de fortalecer su causa por la consagración y las labores de
sus hijos. Desea ver reunidos en los hogares de nuestro pueblo, una
gran compañía de jóvenes que, a causa de las influencias piadosas