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Capítulo 18—La educación en el hogar
La obra de la madre es de suma importancia. En medio de los
cuidados del hogar y de los penosos deberes de la vida diaria, debiera
ella esforzarse por ejercer una influencia que bendiga y eleve a su
familia. En los niños confiados a su cuidado, toda madre ha recibido
un cometido sagrado del Padre celestial, y es su privilegio, mediante
la gracia de Cristo, modelar sus caracteres según el dechado divino,
y esparcir sobre sus vidas una influencia que los atraiga a Dios
y al cielo. Si las madres se hubieran dado cuenta siempre de su
responsabilidad y hubieran hecho de la preparación de sus hijos para
los deberes de esta vida y los honores de la vida inmortal futura
su principal propósito y su misión más importante, no veríamos la
miseria que actualmente existe en tantos hogares de nuestra patria.
Es tal la tarea de la madre, que exige progreso constante en su
propia vida a fin de que pueda llevar a sus hijos a conquistas siempre
más elevadas. Pero Satanás traza sus planes para hacerse dueño
de las almas de padres e hijos. Las madres son apartadas de los
deberes domésticos y de la preparación cuidadosa de sus hijitos para
dedicarse al servicio del yo y del mundo. Se permite que la vanidad,
la moda y los asuntos de menor importancia absorban la atención,
descuidándose así la educación física y moral de los preciosos hijos.
Si la madre forma su criterio con las costumbres y prácticas del
mundo, se volverá inapta para el cargo de responsabilidad que le
toca desempeñar. Si la moda la tiene esclavizada, debilitará su fuerza
de resistencia y hará de la vida una carga fatigosa en vez de una
bendición. A causa de la debilidad física, podría dejar de apreciar
el valor de sus oportunidades y su familia podría verse limitada a
desarrollarse sin los beneficios de su cuidado, sus oraciones y su
diligente instrucción. Si las madres quisieran tan sólo considerar los
maravillosos privilegios que Dios les ha concedido, no se desviarían
tan fácilmente de sus sagrados deberes para ocuparse de los triviales
asuntos mundanales.
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