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La Educación Cristiana
aire y el sol para el mundo vegetal, y favorecerá la salud y el vigor
de la mente y del cuerpo.
En vez de apartar de sí a sus hijos para que no la molesten con sus
ruidos o sus pequeñas necesidades, planee la madre sus diversiones
o trabajos livianos que mantengan ocupadas las manos y activas
las mentes. Compenetrándose de sus sentimientos y dirigiendo sus
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diversiones y ocupaciones, la madre ganará la confianza de sus
hijos; y así podrá corregir tanto más eficazmente sus malos hábitos
o refrenar sus manifestaciones de egoísmo o apasionamiento. Una
palabra de cautela o reproche pronunciada en el momento oportuno,
será de gran valor. Por un amor paciente y vigilante, ella puede
encauzar la mente de sus hijos en la debida dirección, cultivando en
ellos hermosos y atrayentes rasgos de carácter.
Los niños poco promisorios
Algunos tienen mayor necesidad que otros de paciente disciplina
y bondadosa educación. Han recibido como legado rasgos de ca-
rácter poco promisorios, y por eso tienen tanto mayor necesidad de
simpatía y amor. Por sus esfuerzos perseverantes, se puede preparar
a estos niños díscolos para que ocupen un lugar en la obra del Maes-
tro. Poseen facultades sin desarrollarse que, una vez despiertas, los
habilitarán para ocupar lugares mucho más destacados que los de
aquellos de quienes se esperaba más.
Si tenéis hijos de temperamentos peculiares, no permitáis por
ello que la plaga del desaliento pese sobre sus vidas. No deben darse
órdenes a voces, ni debe haber palabras descorteses, exasperantes,
duras, ni expresiones severas o llenas de lobreguez. Ayudadles por la
manifestación de tolerancia y simpatía. Fortalecedlos con palabras
amorosas y actos de bondad para que venzan sus defectos de carácter.
El intento de quebrantar la voluntad contraría los principios de
Cristo. La voluntad del niño debe ser dirigida y guiada. Salvad toda
la fuerza de la voluntad, porque el ser humano la necesita toda;
pero dadle la debida dirección. Tratadla sabia y tiernamente, como
un tesoro sagrado. No la desmenucéis a golpes; sino amoldadla
sabiamente, por precepto y verdadero ejemplo, hasta que el niño
llegue a los años en que pueda llevar responsabilidad.