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La Educación Cristiana
Los libros de texto que se emplean en nuestras escuelas de iglesia
han de ser de naturaleza tal que atraigan la atención hacia la ley de
Dios. De esta manera, la luz, la fuerza y el poder de la verdad serán
magnificados. Jóvenes procedentes del mundo, y hasta algunos cuyas
mentes se han depravado, se unirán a estas escuelas y en ellas se
convertirán. Su testimonio en pro de la verdad podrá ser detenido
por algún tiempo por las falsas teorías acariciadas por los padres,
pero al fin la verdad triunfará. Se me ha dado instrucción para que
diga que esta clase de obra misionera tendrá una influencia eficaz en
cuanto a difundir luz y conocimiento.
* * * * *
¡Cuán importante es que las familias que se radican donde hay
una escuela, sean buenas representantes de nuestra fe!
* * * * *
Las iglesias en las cuales se han establecido escuelas pueden
temblar al ver cómo se les confiaron responsabilidades morales
demasiado grandes para que se puedan expresar en palabras. ¿Habrá
de fracasar o languidecer por falta de obreros consagrados esta obra
que se inició tan noblemente? ¿Hallarán cabida en esta empresa
proyectos y ambiciones egoístas? ¿Permitirán los obreros que la
falta de piedad y el amor a la ganancia y a la comodidad destierren
a Cristo de su corazón y lo excluyan de la escuela? No lo permita
Dios. La obra ya ha progresado mucho. En los ramos educativos
todo está en orden para que se realice una reforma ferviente en pro
de la educación más eficaz y verdadera. ¿Aceptará nuestro pueblo
este cometido santo? ¿Se humillará a sí mismo al pie del Calvario,
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dispuesto a todo sacrificio y servicio?
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Los padres y maestros deben procurar con todo fervor la sabidu-
ría que Jesús está siempre dispuesto a darles; porque están tratando
con mentes humanas en el momento más interesante e impresio-
nable de su desarrollo. Deben procurar cultivar de tal manera las