La educación apropiada
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Muchos niños han pasado cinco horas diarias en salones de clase
sin ventilación adecuada ni espacio suficiente para la saludable aco-
modación de los alumnos. El aire de tales salones pronto se vuelve
tóxico para los pulmones que lo inhalan. Niñitos de miembros y
músculos endebles y cerebros no plenamente desarrollados, han
estado encerrados en esas aulas con perjuicio para ellos. Muchos
no tienen más que un débil asidero como punto de partida para la
vida. El encierro diario en la escuela los convierte en nerviosos y
enfermos. Sus cuerpos carecen de desarrollo debido al estado de
agotamiento del sistema nervioso. Y si la lámpara de la existencia se
apaga, los padres y maestros no piensan haber tenido participación
directa en la extinción de la chispa vital. Al lado de las sepulturas
de sus hijos, los atribulados padres consideran su aflicción como un
acto de la Providencia, cuando, a causa de una ignorancia inexcu-
sable, fué su propia conducta lo que destruyó la vida de sus hijos.
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Blasfeman al atribuir la muerte a un designio de la Providencia.
Dios quería que los pequeñuelos viviesen y fuesen disciplinados,
que pudieran poseer hermosos caracteres, le glorificasen en este
mundo y le loaran en el mundo mejor.
Los padres y maestros, al asumir la responsabilidad de enseñar a
estos niños, no sienten el deber que tienen ante Dios de instruirse
acerca del organismo humano, de modo que puedan tratar con acierto
los cuerpos de sus hijos y alumnos para conservarles la vida y la
salud. Miles de niños mueren a causa de la ingnorancia de padres y
maestros. Madres hay que dedican horas de trabajo innecesario a sus
propios vestidos y los de sus hijos, con fines de ostentación, y luego
alegan que no disponen de tiempo para leer y obtener la información
necesaria para el cuidado de la salud de sus hijos. Consideran menos
molesto confiar sus organismos a los médicos. Para estar de acuerdo
con la moda y las costumbres, muchos padres han sacrificado la
salud y la vida de sus hijos.
El conocimiento del maravilloso organismo humano: los huesos,
los músculos, el estómago, el hígado, los intestinos, el corazón y
los poros de la piel, y el comprender la mutua dependencia de los
órganos entre sí para el saludable funcionamiento de todos, es un
estudio en que las más de las madres no se interesan. Nada saben
acerca de la influencia del cuerpo sobre la mente y de ésta sobre
aquél. La mente, que es lo que une lo finito a lo infinito, es algo