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La Educación Cristiana
la vida futura, se halla en la Palabra de Dios. Con todo, esto no se
estimula ni presenta ante ellos como el conocimiento más esencial y
como aquello que proporcionará la información más correcta acerca
del verdadero Dios y de Jesucristo a quien ha enviado. Hay muchos
dioses y muchas doctrinas; máximas y mandamientos que se ponen
ante nuestros jóvenes como los mandamientos de Dios. Es imposible
que ellos sepan lo que es verdad, qué es lo santo y qué lo profano,
sino sólo en la medida en que comprendan las Escrituras, tanto el
Antiguo como el Nuevo Testamento.
La Palabra de Dios ha de ocupar el lugar del más alto libro edu-
cativo del mundo y ha de tratársela con reverente temor. Es nuestro
guía; de ella hemos de recibir la verdad. Tenemos que presentar la
Biblia como el gran libro de texto que debe colocarse en las manos
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de nuestros niños y jóvenes, a fin de que puedan conocer a Cristo,
pues el conocerlo debidamente es vida eterna. Es el libro que ha
de ser estudiado por los de edad madura y por los ancianos. La
Palabra de Dios contiene promesas, amonestaciones, estímulos y
afirmaciones acerca del amor de Dios para con todo aquel que le
acepta como su Salvador. Entonces, póngase la Santa Palabra en sus
manos. Anímeseles a escudriñarla, y al hacerlo encontrarán tesoros
ocultos de inestimable valor para esta vida presente, y al recibir a
Cristo como el pan de vida hallarán la promesa de vida eterna.
El libro de lectura, la Biblia, contiene instrucción acerca del
carácter que ellos deben tener, la excelencia moral del carácter que
deben cultivar y que Dios y el cielo demandan. “Bienaventurados
los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios”. “Seguid la paz
con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. “Muy
amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos
semejantes a él, porque le veremos como él es. Y cualquiera que
tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio.
Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado
es transgresión de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros
pecados, y no hay pecado en él”.
Este conocimiento, importante en todo sentido, ha de mantenerse
ante los niños y jóvenes, no en forma arbitraria ni despótica, sino
como una revelación divina, la cual es del más alto valor para asegu-
rar su paz presente, tranquilidad y reposo mental en este mundo de