Libros y autores en nuestros colegios
            
            
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              Si los alumnos de nuestros colegios respondiesen al propósito
            
            
              de escuchar y obedecer esta invitación: “Venid a mí todos los que
            
            
              estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar; llevad mi
            
            
              yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
            
            
              de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi
            
            
              yugo es fácil, y ligera mi carga”, serían epístolas vivas, conocidas
            
            
              y leídas por todos los hombres. “Y dijo: De cierto os digo, que
            
            
              si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino
            
            
              de los cielos. Así que cualquiera que se humillare como este niño,
            
            
              éste es el mayor en el reino de los cielos”. Los jóvenes necesitan
            
            
              educadores que mantengan siempre ante ellos la Palabra de Dios
            
            
              en principios vivos. Si éstos observan siempre los preceptos de
            
            
              la Biblia como su libro de texto, tendrán mayor influencia sobre
            
            
              los jóvenes; porque los docentes serán estudiantes que tengan un
            
            
              contacto vivo con Dios. De continuo estarán inculcando ideas y
            
            
              principios que llevarán a un conocimiento mayor de Dios; a una
            
            
              fervorosa y creciente fe en la sangre de Jesús y en el poder y eficacia
            
            
              de la gracia de nuestro Señor Jesucristo para guardarlos de caer;
            
            
              porque buscan constantemente los baluartes de una experiencia
            
            
              cristiana sana y equilibrada, teniendo en sí cualidades para ser en
            
            
              lo futuro útiles, inteligentes y piadosos. Los docentes ven y sienten
            
            
              que deben trabajar en forma que no empequeñezcan ni corrompan
            
            
              las mentes de aquellos con quienes tratan, con un servicio enfermizo
            
            
              y religioso a medias. Es necesario separar de nuestras instituciones
            
            
              educacionales la literatura falsa y corrompida, de modo que no
            
            
              [259]
            
            
              se reciban ideas que sean semillas de pecado. No suponga nadie
            
            
              que la educación significa el estudio de libros que conduzcan a
            
            
              la aceptación de ideas de autores que sembrarán una semilla que
            
            
              germinará para llevar un fruto que será menester juntar con los
            
            
              manojos del mundo, separándolos de la Fuente de toda sabiduría,
            
            
              de toda eficiencia y de todo poder para convertirlos en el juguete
            
            
              del archiengañador poder de Satanás. Una educación pura para los
            
            
              jóvenes de nuestros colegios, no mezclada con pagana filosofía, es
            
            
              una necesidad positiva en los ramos literarios.
            
            
              El bienestar, la felicidad, la vida religiosa de las familias con
            
            
              las cuales estén vinculados los jóvenes, la prosperidad y piedad
            
            
              de la iglesia de la cual son miembros, dependen grandemente de
            
            
              la educación religiosa que hayan recibido en nuestros colegios.—