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Capítulo 37—La influencia de las compañías
Dios recalca mucho la influencia de las compañías, aun sobre los
hombres y las mujeres. ¡Cuánto mayor es su poder sobre la mente y
el carácter de los niños y los jóvenes que están en pleno desarrollo!
Las compañías que traten, los principios que adopten, los hábitos
que adquieran, decidirán su utilidad aquí y su destino futuro.
Es un hecho terrible, que debiera hacer temblar el corazón de los
padres, el que en tantas escuelas y colegios a los cuales se mandan a
los jóvenes para su disciplina mental y cultura, prevalezcan influen-
cias que deforman el carácter, distraen la mente de los verdaderos
propósitos de la vida, y degradan la moral. Por el trato con los irre-
ligiosos, amadores de los placeres y corrompidos, muchos jóvenes
pierden la sencillez y la pureza, la fe en Dios y la abnegación que
los padres cristianos han albergado y custodiado por instrucción
cuidadosa y ferviente oración.
Es inevitable que los jóvenes tengan compañías, y necesaria-
mente sentirán su influencia. Hay misteriosos vínculos que ligan las
almas, de manera que el corazón de uno responde al corazón del
otro. El uno adopta inconscientemente las ideas, los sentimientos y
el espíritu del otro. Este trato puede ser una bendición o una mal-
dición. Los jóvenes pueden ayudarse y fortalecerse mutuamente,
mejorando en conducta, disposición y conocimiento; o permitir-
se llegar a ser descuidados e infieles, ejerciendo así una influencia
desmoralizadora.
La elección de compañías es un asunto que los estudiantes deben
aprender a considerar seriamente. Entre los jóvenes que asisten a
nuestras escuelas, se hallarán siempre dos clases: los que procuran
agradar a Dios y obedecer a sus maestros, y los que están llenos de un
espíritu de iniquidad. Si los jóvenes van con la multitud para hacer
el mal, su influencia se sumará a la del adversario de las almas, y
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contribuirá a extraviar a los que no albergaron principios de fidelidad
inquebrantables.
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