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La Educación Cristiana
El Señor mismo ha hablado sobre este asunto del cuidado del
cuerpo. Dice en su Palabra: “Si alguno destruye el templo de Dios,
Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios el cual sois vosotros,
santo es”.
1 Corintios 3:17 (V. Valera)
. Este pasaje prescribe un con-
cienzudo cuidado del cuerpo y condena todo ignorante e indiferente
descuido. Y dice además: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad
pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son
de Dios”. “Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
a gloria de Dios”.
1 Corintios 6:19, 20
;
10:31
.
El cuidado inteligente y concienzudo de nuestro cuerpo es un
deber hacia nuestro Padre celestial, quien de tal manera amó al
mundo, “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Somos individualmente
la propiedad de Cristo, su posesión adquirida. Se requiere de cada
uno de nosotros la conservación de la salud y el vigor mediante
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la práctica de la temperancia en todas las cosas. Dominemos los
apetitos y las pasiones; de otro modo debilitaremos y destruiremos
el templo humano de Dios.
Cualquier cosa que menoscabe la fuerza física, debilita la inte-
ligencia y la hace menos clara para discernir entre el bien y el mal
y entre lo justo y lo injusto. Este principio está ilustrado en el caso
de Nadab y Abiú. Dios les encomendó la ejecución de la obra más
sagrada, permitiéndoles que se acercasen a él en el cumplimiento
del servicio que les había señalado; pero ellos tenían la costum-
bre de tomar vino y emprendieron el servicio sagrado del santuario
con la mente confusa. Estaba allí el fuego sagrado que había sido
encendido por Dios mismo; pero ellos pusieron fuego común en
sus incensarios cuando ofrecieron el incienso que debía ascender
como suave fragancia con las oraciones del pueblo de Dios. Debido
a que sus inteligencias estaban oscurecidas por impía complacencia,
menospreciaron el requerimiento divino; “y salió fuego de delante
de Jehová que los quemó, y murieron delante de Jehová”.
contra una gran variedad de enfermedades. La pluma inspirada pone en guardia contra
estos medicamentos nocivo , pero no condena productos medicinales modernos que conti-
nuamente salvan miles de vidas, y que han desterrado enfermedades que en otro tiempo
eran epidémicas.—
N. de la R
.