La finca del colegio de avondale
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Señor es el que da virtud y poder al suelo y a la semilla. Si no fuera
por la mediación divina combinada con el tacto y la habilidad de los
humanos, la semilla sembrada sería inútil. Existe un poder invisible
que obra constantemente en pro del hombre para alimentarlo y
vestirlo. Mientras se la estudie en la experiencia diaria del maestro y
del alumno, la parábola de la simiente revelará que Dios obra en la
naturaleza y aclarará las cosas del reino de los cielos.—
Joyas de los
Testimonios 2:447-451
.
Dios y la naturaleza
Después de la Biblia, la naturaleza tiene que ser nuestro gran
libro de texto. Pero no hay virtud en el hecho de deificar a la na-
turaleza, por cuanto esto es exaltar la hechura por encima del gran
Arquitecto que trazó la obra y que a cada hora la mantiene en ac-
ción según su designio. Al sembrar la simiente y cultivar la planta,
tenemos que recordar que Dios creó la semilla y la dió a la tierra.
Por medio de su poder divino, cuida de esa semilla. En virtud de su
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mandato la semilla, al morir, da su vida al tallo y a la espiga que
contiene en sí misma otras semillas que han de recogerse y ponerse
nuevamente en la tierra para que rindan su fruto. Podemos estudiar
también cómo la cooperación del hombre desempeña una parte. El
agente humano tiene su parte que desempeñar, su trabajo que hacer.
Esta es una de las lecciones que la naturaleza enseña, y nosotros
hemos de ver en ella una obra solemne y hermosa.
Mucho se habla en cuanto a que Dios está en la naturaleza, como
si el Señor estuviese limitado por las leyes de aquélla, al extremo de
ser su esclavo. Muchas teorías pueden inducir a las inteligencias a
suponer que la naturaleza sea una fuerza estable por sí misma con
exclusión de la Deidad, que tenga su propio poder inherente con
el cual obrar. En este respecto, los hombres no saben lo que dicen.
¿Supondrán que la naturaleza tenga el poder de existir por sí misma
sin la mediación constante de Jehová? El Señor no obra por medio
de sus leyes para invalidar las leyes de la naturaleza. El ejecuta su
obra por medio de las leyes y propiedades de sus instrumentos, por
lo que la naturaleza obedece a un “Así dice Jehová”.
El Dios de la naturaleza obra continuamente. Su poder infinito
obra inadvertido, pero se manifiesta en los efectos que produce su