Capítulo 45—La educación práctica
El trabajo manual útil es parte del plan del Evangelio. El gran
Maestro, envuelto en la columna de nube, dió a Israel directivas para
que a todo joven se le enseñase algún trabajo útil. Por lo tanto, era
costumbre de los judíos, tanto de las clases más ricas como de las
más pobres, enseñar a sus hijos e hijas algún oficio útil, para que si
se presentaban circunstancias adversas, no tuviesen que depender de
otros, sino que pudieran proveer a sus propias necesidades. Podían
ser instruidos en los ramos literarios, pero debían también adiestrarse
en algún oficio. Esto era considerado como parte indispensable de
su educación.
Ahora, como en los días de Israel, todo joven debe ser instruido
en los deberes de la vida práctica. Cada uno debe adquirir cierto
conocimiento de algún ramo manual por medio del cual, si fuera
necesario, pudiera ganarse la vida. Esto es esencial, no sólo como una
salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino por su influencia
sobre el desarrollo físico, mental y espiritual. Aun cuando fuese
seguro que una persona no tendrá necesidad de recurrir al trabajo
manual para su sustento, se le debiera enseñar a trabajar. Sin ejercicio
físico, nadie puede tener una constitución sana y una salud vigorosa;
y la disciplina del trabajo bien regulado, no es menos esencial para
obtener un espíritu fuerte y activo que para adquirir un carácter
noble.
Los alumnos que han obtenido conocimientos de los libros sin
adquirir un conocimiento del trabajo práctico no pueden aseverar que
tienen una educación simétrica. Las energías que debieran haberse
consagrado a los quehaceres de diversos ramos, se han descuidado.
La educación no consiste en usar solamente el cerebro. El trabajo
físico es parte también de la educación esencial para todo joven.
Falta una fase importante de la educación si no se enseña al alumno
a dedicarse a un trabajo útil.
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La sana ejercitación de todo el ser dará una educación amplia
y abarcante. Todo estudiante debe dedicar una parte de cada día al
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