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La Educación Cristiana
La mente natural se inclina hacia el placer y la complacencia
propia. Es política de Satanás fabricarlos en abundancia. El procura
llevar la mente de los hombres con un deseo de diversión mundanal,
a fin de que no tengan tiempo de hacerse la pregunta: ¿Cómo está
mi alma? El amor a los placeres es infeccioso. Entregada a él, la
mente vuela de un punto a otro, buscando siempre una diversión. La
obediencia a la ley de Dios contrarresta esa inclinación y construye
barreras contra la impiedad.
Los jóvenes deben recordar que son responsables de todos los
privilegios de que han disfrutado, del aprovechamiento de su tiempo
y del debido uso de sus capacidades. Pueden preguntar: “¿No ten-
dremos diversión o recreación?” “¿Trabajaremos y trabajaremos y
trabajaremos, sin ninguna variación?”
No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros
y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os
descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar
de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no sólo
no es segura, sino peligrosa.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 320, 321
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