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Capítulo 55—Un ejemplo divino
Desde los más remotos tiempos, los fieles de Israel prestaron
mucha atención al asunto de la educación. El Señor había indicado
que a los niños, aun desde sus primeros días, se les instruyera acerca
de su bondad y grandeza, especialmente como se revelaba en su
ley y en la historia de Israel. Mediante el canto, la oración y las
lecciones de las Escrituras adaptadas a la incipiente inteligencia, los
padres y las madres tenían que enseñar a sus hijos que la ley de Dios
es una expresión de su carácter y que a medida que recibiesen en el
corazón los principios de esa ley, la imagen de Dios se delinearía
en la mente y en el alma. En la escuela y en el hogar gran parte
de la enseñanza era oral; pero los jóvenes aprendían también a leer
los escritos hebreos, y los rollos de pergamino de las Escrituras del
Antiguo Testamento se abrían a su estudio.
En los días de Cristo, se tenía por cosa de tanta importancia la
instrucción de los jóvenes, que el villorrio o ciudad que no habilitara
escuelas con aquel propósito era considerado como si estuviese
bajo la maldición de Dios. Con todo, tanto en la escuela como en
el hogar, la enseñanza se había vuelto mecánica y formal. Puesto
que convenía que Jesús “en todo fuese semejado a sus hermanos”
(
Hebreos 2:17 (VM)
), y él obtuvo conocimiento como podemos
hacerlo nosotros, la íntima familiaridad con las Escrituras que hizo
patente en su ministerio testifica de la diligencia con que en sus
primeros años se entregó al estudio de la sagrada Palabra.
Y diariamente obtenía conocimiento de la gran biblioteca de
la naturaleza animada e inanimada. El que había creado todas las
cosas, era ahora un hijo de la humanidad y estudiaba las lecciones
que su propia mano había escrito en la tierra, en el mar y en el
firmamento. Las parábolas por medio de las cuales le gustaba enseñar
sus lecciones de verdad durante su ministerio, demuestran cuán
abierto estaba su espíritu a las influencias de la naturaleza y cómo, en
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su juventud, se había deleitado en recoger la enseñanza espiritual de
aquello que rodeaba su vida cotidiana. Para Jesús el significado del
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