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Carácter y obra de los maestros
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que hacen de la Palabra de Dios su libro de estudio, los que cavan
en busca de los tesoros de verdad, se compenetrarán del Espíritu de
Cristo y por la contemplación serán transformados a su semejanza.
Los que aprecian la Palabra enseñarán como discípulos que se han
sentado a los pies de Jesús y se acostumbraron a aprender de él.
En vez de introducir en nuestras escuelas libros que contienen las
hipótesis de los grandes autores del mundo, dirán: No me tentéis a
menospreciar al mayor Autor y Maestro por quien tengo yo la vida
eterna. El nunca se equivoca. Es el gran Manantial de donde fluye
toda sabiduría. Siembre, pues entonces, cada docente la semilla de
la verdad en la mente de los alumnos. Cristo es el Maestro modelo.
* * * * *
La Palabra del Dios eterno es nuestra guía. Por su medio hemos
sido hechos sabios para salvación. Esta Palabra ha de estar siempre
en nuestros corazones y en nuestros labios. “Escrito está”, ha de ser
nuestra ancla. Los que hacen de la Palabra de Dios su consejero,
reconocen la debilidad del corazón humano y el poder de la gracia
de Dios para subyugar todo impulso no santificado e impío. Sus co-
razones están siempre entregados a la oración y se les ha concedido
la custodia de santos ángeles. Cuando el enemigo viene cual avenida
de aguas, el Espíritu de Dios levanta por ellos bandera contra él.
Existe armonía en el corazón, porque la influencia preciosa y potente
de la verdad es la que domina. Hay una manifestación de la fe que
obra por el amor y purifica el alma.
Orad porque nazcáis de nuevo. Si tenéis este nuevo nacimiento os
deleitaréis, no ya en los caminos torcidos de vuestros propios deseos,
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sino en el Señor. Desearéis estar bajo su autoridad. Procuraréis
constantemente alcanzar una norma más alta. No seáis solamente
lectores de la Biblia sino también estudiantes fervorosos de ella, a
fin de que conozcáis lo que Dios requiere de vosotros. Necesitáis
un conocimiento experimental de cómo hacer su voluntad. Cristo es
nuestro Maestro.
Que cada docente de nuestras escuelas y colegios y caca admi-
nistrador de nuestras instituciones estudie qué cosa le es esencial
para trabajar en las filas del Señor y llevar consigo un sentimiento
de perdón, consuelo y esperanza.