Capítulo 58—El carácter cristiano ejemplificado en
los docentes y los alumnos
En nombre de mi Señor suplico a los jóvenes y las señoritas que
pretenden ser hijos e hijas de Dios, que presten obediencia a la Pala-
bra de Dios. Suplico a los docentes de nuestras escuelas y colegios
que den un ejemplo correcto a aquellos con quienes se relacionen.
Los que quieren reunir las condiciones para poder modelar el carác-
ter de los jóvenes, deben contarse como estudiantes en la escuela de
Cristo, a fin de que sean mansos y humildes de corazón, como lo fué
el Modelo divino. En el vestido, en el porte, en todas sus maneras,
debieran ejemplificar el carácter cristiano, poniendo de manifiesto
el hecho de que están bajo las sabias reglas disciplinarias del gran
Maestro. El joven cristiano debiera ciertamente estar preparado para
llevar responsabilidades con corazón valiente y manos voluntarias.
Debiera estar listo para afrontar las pruebas de la vida con paciencia
y fortaleza. Debiera tratar de formar un carácter de acuerdo con el
Modelo divino, siguiendo los principios dignos y afianzándose en
hábitos que lo capaciten para obtener la corona del vencedor.
En la vida escolar, los jóvenes pueden sembrar semillas que rin-
dan fruto, no ya de espinas sino de precioso grano para el granero
celestial. No hay tiempo más favorable que el pasado en la escuela y
el colegio, tiempo en que se conoce el poder de la gracia salvadora
de Cristo, en que se es gobernado por los principios de la ley divina;
e interesa al propio alumno llevar una vida piadosa. La gloria culmi-
nante de la vida resulta de la unión con Cristo. Nadie vive para sí.
Vuestra vida está entretejida con todas las demás en la trama común
de la humanidad y tenéis que ser obreros juntamente con Dios en
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pro de la salvación de aquellos que perecen en la degradación y
la miseria. Tenéis que ser instrumentos para inclinar el ánimo de
aquellos con quienes os asociáis hacia una vida mejor y para guiar
la mente a Jesús.
Juan escribe: “Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois
fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al
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