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La Educación Cristiana
maligno”. Y Pablo manda a Tito que exhorte a los jóvenes a que sean
“comedidos”. Elevad vuestra alma con el fin de ser como Daniel,
un servidor leal e invariable del Señor de los ejércitos. Considerad
bien la senda de vuestros pies; pues os halláis sobre tierra santa y los
ángeles de Dios están a vuestro alrededor. Es justo que sintáis que
debéis subir hasta el peldaño más alto de la escalera de la educación.
La filosofía y la historia son estudios importantes; con todo, vuestro
sacrificio de tiempo y dinero no valdrá nada, si no usáis lo que
alcancéis para la honra de Dios y el bien de la humanidad. A menos
que el conocimiento de la ciencia sea un escalón para alcanzar
los más elevados propósitos, carece de valor. La educación que no
suministre conocimiento tan duradero como la eternidad, no tiene
objeto. A menos que tengáis presente el cielo y la vida inmortal
futura, lo que alcancéis no tiene valor permanente. Pero si Jesús es
vuestro maestro, no simplemente un día en la semana, sino cada día,
cada hora, podréis tener su favor en la prosecución de conocimientos
literarios.
Daniel tuvo siempre presente la gloria de Dios y vosotros tam-
bién debierais decir: Señor, yo quiero conocimiento, no para la
glorificación del yo, sino para ponerme a la altura de lo que Jesús
espera, esto es: que perfeccione un inteligente carácter cristiano
mediante la gracia que me ha dado. ¿Quieren los estudiantes ser
fieles a los principios como lo fué Daniel?
En lo futuro habrá más apremiante necesidad de hombres y mu-
jeres de cualidades literarias de la que ha habido en lo pasado, pues
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vastos campos se abren delante de nosotros, ya blancos para la siega.
En esos campos podéis ser obreros juntamente con Dios. Pero si sois
amadores de los placeres más que de Dios, si sois livianos, si permi-
tís que pasen las áureas oportunidades sin adquirir conocimiento, sin
poner sólidas vigas en el edificio de vuestro carácter, seréis enanos e
inválidos en cualquier ramo de trabajo que emprendáis.
Al paso que una buena educación es un gran beneficio cuando
el que la posee la combina con la consagración, los que no tienen
el privilegio de alcanzar grandes conquistas literarias, no tienen
por qué creer que no les es posible avanzar en la vida intelectual
y espiritual. Si quieren sacar el mejor partido del conocimiento
que poseen, si quieren tratar de juntar diariamente algo para sus
almacenes y vencer todas las perversidades de su temperamento