Página 373 - La Educaci

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El carácter cristiano ejemplificado en los docentes y los alumnos
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mediante el diligente cultivo de los rasgos del carácter propio de
Cristo, Dios les abrirá conductos de sabiduría y podrá decirse de
ellos, como antiguamente se dijo de los jóvenes hebreos, que Dios
les da sabiduría y entendimiento.
No es cierto que los jóvenes vivaces alcanzan siempre el mayor
éxito. ¡Con cuánta frecuencia se ha colocado en puestos de confianza
a hombres de talento y educación y han resultado un fracaso! Su
brillo tenía la apariencia del oro; pero cuando se lo probó, no resultó
ser más que oropel y escoria. Fracasaron en su trabajo a causa de
su infidelidad. No fueron industriosos y perseverantes y tampoco
fueron hasta el fondo de las cosas. No estuvieron dispuestos a co-
menzar desde la parte inferior de la escalera y con trabajo paciente
ascender peldaño tras peldaño hasta alcanzar la cumbre. Andaban al
resplandor de las chispas (sus vivos resplandores de pensamiento)
producidas por ellos mismos. No dependían de la sabiduría que Dios
solamente puede dar. Su fracaso no se debió a su falta de oportu-
nidad, sino a su carencia de buen sentido. No percibieron que sus
ventajas educacionales les eran valiosas, de modo que no avanzaron,
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como podrían haberlo hecho, en el conocimiento de la religión y la
ciencia. Su entendimiento y carácter no fueron equilibrados por los
elevados principios de rectitud.
Sean nuestros jóvenes sensatos y consideren los senderos de
sus pies. Rehuyan el pecado por ser destructivo en sus tendencias
y desagradable para Dios. Disciernan las posibilidades que están
a su alcance y busquen a Dios para que les conceda gracia para
mantenerse en las sendas de la justicia. Busquen el consejo y la
dirección del Señor a fin de que puedan dedicar sus vidas para su
gloria en el mundo.
Al adquirir educación no se ha de considerar el éxito como
cuestión de oportunidad o destino; éste proviene de aquel Dios que
leyó el corazón de Daniel, que miró con placer la pureza de sus
motivos, la firmeza de su propósito de honrar al Señor. Daniel no
anduvo a la luz de las chispas de su propia producción, sino que
hizo del Señor su sabiduría. La filosofía divina fué la base de su
educación. Recibió con agrado el consejo del Señor. ¡Ojalá que
los estudiantes fuesen como Daniel! Pero muchos no advierten la
importancia de someterse a la divina disciplina.