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La Educación Cristiana
¡Ojalá que todos se diesen cuenta de que sin Cristo no pueden
hacer nada! Los que con él no recogen, desparraman. Sus pensa-
mientos y acciones no tendrán el carácter debido, y su influencia
será destruidora del bien. Nuestras acciones tienen una influencia
doble, pues afectan a otros tanto como a nosotros. Esta influencia
será una bendición o una maldición para aquellos con quienes nos
relacionemos. ¡Cuán poco apreciamos este hecho! Las acciones
hacen los hábitos y los hábitos el carácter; por lo que si no cuidamos
de nuestros hábitos, no estaremos en condiciones de unirnos con los
agentes celestiales en la obra de salvación, ni listos para entrar en
las celestes mansiones que Jesús ha ido a preparar; porque allí no
habrá nadie fuera de aquellos que rindieron su voluntad y propósito
a la voluntad y propósito de Dios. Aquel cuyo carácter está probado,
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que ha soportado el experimento de la prueba, que es partícipe de la
naturaleza divina, se hallará entre aquellos a quienes Jesús declare
bienaventurados.
Sin Cristo nada podemos hacer. Los principios puros de inte-
gridad, virtud y bondad, proceden todos de Dios. Un concienzudo
cumplimiento del deber, la simpatía propia de Cristo, el amor por las
almas y por la vuestra propia, por cuanto pertenecéis a Dios y habéis
sido comprados con la preciosa sangre de Cristo, os harán obreros
juntamente con Dios y os conferirán poder persuasivo y atrayente.
Tenéis que respetar vuestra propia fe a fin de presentarla con éxito a
otros. Tanto por ejemplo, como por precepto, debéis demostrar que
reverenciáis vuestra fe, hablando reverentemente de cosas sagradas.
No permitáis jamás que escape de vuestros labios una expresión
de ligereza o trivialidad cuando citáis las Escrituras. Al tomar la
Biblia en vuestras manos recordad que estáis sobre tierra santa. Hay
ángeles a vuestro alrededor, a quienes podríais ver si fuesen abiertos
vuestros ojos. Sea tal vuestra conducta que dejéis sobre cada alma
con la cual os relacionéis la impresión de que os rodea una atmósfera
pura y santa. Una palabra vana, una risa trivial, puede inclinar un
alma en la dirección indebida. Terribles son las consecuencias de no
tener una relación constante con Dios.
Absteneos de todo mal. Los pecados comunes, por insignifican-
tes que se los considere, echarán a perder vuestro sentido moral
y apagarán la impresión interior del Espíritu de Dios. El carácter
de los pensamientos deja su huella en el alma y una conversación