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La Educación Cristiana
cia de su consagración a las diversiones ha estado creciendo hasta
convertirse en un poder fascinador que contrarresta la influencia de
la verdad sobre la mente y el carácter humanos. Una mente bien
equilibrada no se logra por lo general consagrando las facultades
físicas a las diversiones. El trabajo físico que se combina con el
esfuerzo mental con el fin de ser útil, es una disciplina en la vida
práctica, dulcificada siempre por el pensamiento de que está habi-
litando y educando la mente y el cuerpo para hacer mejor la obra
que Dios se propuso que hiciesen los hombres en ramos diversos.
Cuanto más perfectamente entiendan los jóvenes cómo cumplir los
deberes de la vida práctica, tanto más vivo y saludable será el gozo
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que diariamente les proporcionará el ser útiles a los demás.
La mente educada así para gozarse en el esfuerzo físico en la
vida práctica, se ensancha y, mediante la cultura y la preparación, se
disciplina bien y se abastece abundantemente para prestar servicio;
adquiere además el conocimiento esencial para ser una bendición
para los propios jóvenes y para otros. Piense y diga cada alumno:
Yo estudio y trabajo para la eternidad. Pueden aprender a ser pacien-
temente laboriosos y perseverantes en sus esfuerzos combinados de
trabajo físico y mental. ¡Qué despliegue de fuerza se manifiesta en
vuestros partidos de fútbol y otras invenciones vuestras a manera
de los gentiles, es decir, ejercicios que a nadie benefician! Aplicad
las mismas fuerzas a la ejecución de trabajo útil, y decidme si no os
resultará más agradable hacer frente al registro de vuestra vida en el
gran día de Dios.
Cualquier cosa que se haga bajo el estímulo santificador de
la obligación cristiana, por el hecho de que sois mayordomos a
quienes se han confiado talentos que usar con el fin de que sean
una bendición para vosotros mismos y para otros, os proporciona
verdadera satisfacción, porque todo se hace para gloria de Dios. No
puedo encontrar ningún caso en la vida de Cristo que demuestre
que él haya dedicado tiempo al juego o a la diversión. El era el gran
Educador para la vida presente y futura. No he podido hallar ningún
caso que indique que haya enseñado a sus discípulos a entregarse
a la diversión del fútbol o a partidas de pugilato con el fin de hacer
ejercicio físico o a representaciones teatrales, y, no obstante, Cristo
fué nuestro modelo en todas las cosas. Cristo, el Redentor del mundo,
dió a cada uno su obra y manda, diciendo: “Negociad [ocupaos,