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Capítulo 62—La administración de los colegios
Desearia tener tal dominio del lenguaje que pudiese expresar
claramente la importancia de la debida administración de nuestros
colegios. Todos debieran considerar que nuestros colegios son los
medios por los cuales el Señor quiere darse a conocer. Por doquiera
se necesitan hombres y mujeres que hagan las veces de conductos
de luz. La verdad de Dios tiene que ser llevada a todos los países, a
fin de que los hombres sean iluminados por ella.
Por ser el pueblo que tiene más luz, debiéramos idear medios por
los cuales formar un ejército de misioneros educados que ingresen
en los diferentes departamentos de la obra de Dios. Necesitamos
jóvenes y señoritas bien disciplinados y adelantados, en nuestros
colegios y nuestros sanatorios, en la obra misionera médica y las
casas de publicación, en las asociaciones y en el campo en general.
Necesitamos jóvenes y señoritas que por tener alta cultura intelectual
sean idóneos para hacer la mejor obra para el Señor. Hemos hecho
algo en el sentido de alcanzar esta norma, pero aún estamos muy
por debajo de lo que el Señor ha indicado. Como iglesia y como
individuos, si queremos estar sin culpa en el juicio, debemos hacer
esfuerzos más liberales para la educación de nuestra juventud, a fin
de que esté mejor preparada para los diversos ramos de la gran obra
confiada a nuestras manos. Como pueblo que tiene gran luz, debié-
ramos hacer planes sabios a fin de que las ingeniosas inteligencias
de los que poseen talento se fortalezcan, disciplinen y pulan y así
la obra de Cristo no sea estorbada por falta de obreros expertos que
hagan su trabajo con fervor y fidelidad.
Algunos se contentarían con dar una educación acabada a unos
cuantos de los jóvenes más promisorios que tenemos; pero todos
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nuestros jóvenes necesitan educarse a fin de estar preparados para ser
útiles en esta vida, capacitados para ocupar puestos de responsabili-
dad tanto en la vida privada como en la pública. Hay gran necesidad
de planes para proveer gran número de obreros competentes, y mu-
chos debieran prepararse para ser docentes, a fin de que otros puedan
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