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La Educación Cristiana
Muchos de nuestros jóvenes que desean educarse manifiestan
demasiada indiferencia en lo que se refiere a verse envueltos en
deudas. Contemplan el estudio de los libros como el medio principal
de educarse. No reconocen el valor de una educación comercial
práctica y se sienten satisfechos con cursar años de estudio a costa
de otras personas más bien que abrirse camino por sí mismos. No
contemplan con ojo crítico las consecuencias de esto. No estudian
partiendo de causa a efecto.
Con frecuencia el resultado de semejante proceder es un desa-
rrollo desequilibrado de las facultades. El alumno no comprende los
puntos débiles de su carácter; no se da cuenta de sus deficiencias.
Al depender de otros se priva de una experiencia de la vida práctica
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que le será difícil recuperar. No aprende a depender de sí mismo.
No aprende a valerse de la fe. La verdadera fe habilita al alma para
elevarse de un estado imperfecto y embrionario y para comprender
en qué consiste la verdadera sabiduría. Si los estudiantes desarrollan
armoniosamente cerebro, huesos y músculos, estarán mejor capa-
citados para estudiar y para hacer frente a las realidades de la vida.
Pero si siguen sus propias ideas erróneas acerca de aquello que cons-
tituye la educación, no llegarán a ser hombres y mujeres cabales y
de iniciativa propia.—
Joyas de los Testimonios 2:465-476
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