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La administración de los colegios
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Si los dirigentes hubiesen hecho uso de juicio avisado en los
años pasados, las desalentadoras condiciones financieras que tanto
han estorbado la obra últimamente no habrían podido existir.
Si nuestra obra educacional hubiese sido fomentada de acuerdo
con la instrucción dada para nuestra dirección, la negra sombra de
pesadas deudas no gravitaría hoy sobre nuestras instituciones.
Finanzas de las escuelas de iglesia
Los mismos principios que, si se siguiesen, acarrearían éxito y
bendición a nuestras escuelas preparatorias y superiores, debieran
gobernar nuestros planes y trabajo en pro de las escuelas de iglesia.
Participen todos en los gastos. Repare la iglesia en que aquellos que
deban recibir sus beneficios estén asistiendo a la escuela. Se debe
ayudar a las familias pobres. No podemos llamarnos verdaderos
misioneros si. descuidamos a aquellos que están a nuestras mismas
puertas, que se hallan en la edad más crítica y que necesitan nuestra
ayuda para obtener el conocimiento y la experiencia que los capacite
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para el servicio de Dios.
El Señor quiere que se hagan afanosos esfuerzos en la educación
de nuestros niños. La verdadera obra misionera hecha por maestros
que son enseñados diariamente por Dios, hará conocer a muchas
almas la verdad tal cual es en Jesús; y los niños así educados imparti-
rán a otros la luz y el conocimiento recibidos. ¿Darán los miembros
de la iglesia recursos para adelantar la causa de Cristo entre los
demás y dejarán de paso a sus propios hijos fomentar la obra y el
servicio de Satanás?
A medida que se establezcan escuelas de iglesia, el pueblo de
Dios recibirá una valiosa educación al aprender a dirigirlas con éxito
financiero. Si esto no puede hacerse, ciérrese la escuela hasta que,
con la ayuda de Dios, puedan idearse planes para sostenerla sin que
pese sobre ella el oprobio de las deudas. Hombres aptos para las
finanzas debieran revisar las cuentas una, dos o tres veces al año,
para comprobar la verdadera situación de la escuela y ver que no se
hagan gastos enormes que produzcan una acumulación de deudas.
Debemos esquivar las deudas como esquivaríamos la lepra.
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