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La Educación Cristiana
dos con el diezmo. Hace mucho que fué dada esta instrucción y
recientemente ha sido repetida vez tras vez.
Dondequiera que haya colegios establecidos, se han de propor-
cionar administradores entendidos, “hombres aptos, que teman a
Dios, hombres de verdad, que aborrezcan la avaricia”, hombres que
harán lo mejor que puedan para cumplir con las responsabilidades
diversas de sus puestos. Deben tener aptitud para los negocios; pero
de mayor importancia aún es que anden humildemente con Dios y
sean guiados por el Espíritu Santo. Hombres tales serán enseñados
por Dios y buscarán el consejo de sus hermanos que sean hombres
de oración.
Los administradores de nuestras escuelas deben trabajar con
móviles puros. En su abnegación recordarán que otras partes del gran
campo necesitan las mismas facilidades provistas para la escuela
que está a su cargo. En cada plan recordarán que la igualdad y la
unidad deben conservarse. Calcularán cuidadosamente los gastos
de cualquier empresa y se esforzarán para no absorber tan grande
cantidad de dinero, que por tal motivo otros campos misioneros se
vean privados de las facilidades indispensables para el buen éxito de
la obra.
Demasiado a menudo se ha encargado a ministros responsa-
bilidades que de ninguna manera estaban preparados para llevar.
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Pónganse estas responsabilidades sobre hombres que tengan tacto
comercial, hombres que puedan entregarse a los negocios, que pue-
dan visitar las escuelas y tomar nota de la condición financiera y
que puedan, además, dar instrucción en cuanto a llevar las cuentas.
La obra de la escuela debiera inspeccionarse varias veces al año.
Actúen los ministros como consejeros, pero no se les impongan las
responsabilidades financieras.
El Señor me ha indicado que hombres entendidos y con aptitud
para las finanzas visiten nuestras escuelas en cada país y tomen nota
de su situación financiera. Este asunto no debe dejarse a los ministros
o a los que forman las comisiones, pues no tienen tiempo para asumir
dicha responsabilidad. Los maestros no deben ser cargados con ella.
Los asuntos comerciales de las escuelas exigen talentos que no han
sido provistos.