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La Educación Cristiana
vistas, excepto por el ojo de la fe, se convirtieron en cosas visibles. A
medida que hemos andado y trabajado por fe, Dios nos ha cumplido
toda promesa realizada. La evidencia que tenemos de lo fidedignas
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que son sus promesas debiera detener todo pensamiento de incre-
dulidad. Es pecado dudar y no creemos que nuestros hermanos de
Australasia se hagan culpables de ello.
El Señor ha hecho mucho por vosotros en todos vuestros confi-
nes. Levantad los ojos y mirad los campos ya blancos para la siega.
Alabad a Dios porque su palabra se ha cumplido más allá de todo lo
que podíais imaginar.
Suplico a nuestro pueblo que emprenda fervorosa y desinteresa-
damente la tarea de librar al colegio de deudas. Haga la casa editora
su parte en la publicación del libro. Eche mano nuestro pueblo de to-
da Australasia de la venta de
Lecciones Prácticas del Gran Maestro
.
Dios los bendecirá en esta obra.
Los obreros de Inglaterra debieran hacer todo esfuerzo posible
en la venta de este libro a fin de que se establezca un colegio en aquel
país. Mis hermanos de Inglaterra, Alemania y de todos los países
europeos donde la luz de la verdad está resplandeciendo: echad
mano de esta tarea. Tradúzcase este libro a los diversos idiomas
y hágaselo circular en los diferentes países de Europa. Anímese a
todos nuestros colportores de todas partes de Europa a ayudar en
su venta. La difusión de este libro hará mucho más que ayudar a
librar de deudas a nuestras instituciones: abrirá el camino para que
nuestros libros más grandes encuentren un mercado preparado. De
este modo la verdad alcanzará a muchos que de otra manera no la
recibirían.
Me dirijo especialmente a nuestros hermanos de Escandinavia.
¿No echaréis mano de la tarea que Dios os ha dado? ¿No trabajaréis
hasta el máximo de vuestro poder para aliviar a las instituciones
de vuestro campo que se ven trabadas por las deudas? No penséis
con desesperación, diciendo: “No podemos hacer nada”. Dejad de
proferir palabras de desaliento. Asíos del brazo del Poder Infinito.
Recordad que vuestros hermanos de otros países se unen para ayu-
daros. No desmayéis ni estéis desanimados. El Señor sostendrá a
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sus obreros de Escandinavia, si ellos quieren hacer su parte con fe,
oración y esperanza, esforzándose cuanto puedan para adelantar su
causa y apresurar su venida.