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La educación apropiada
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para Cristo, cuando debiera haber muchos. Nuestros jóvenes son
generalmente sabios en asuntos mundanales, pero no entendidos en
cuanto a las cosas del reino de Dios. Podrían convertir su mente en
un conducto celestial, divino, y andar en la luz, avanzando de un
grado de claridad y poder a otro, hasta poder volver los pecadores
hacia Cristo y dirigir a los incrédulos y desalentados a una senda
brillante que va hacia el cielo. Y cuando la lucha haya terminado,
podrían recibir la bienvenida en el gozo de su Señor.
Los jóvenes no deberían ocuparse en la obra de explicar las
Escrituras y disertar sobre las profecías, cuando no conocen las
importantes verdades bíblicas que tratan de dar a conocer a otros.
Pueden ser deficientes en los ramos comunes de educación y dejar,
por tanto, de hacer el bien que podrían si hubiesen gozado de las
ventajas de una buena escuela. La ignorancia no aumenta la hu-
mildad o espiritualidad de ningún seguidor profeso de Cristo. Un
cristiano intelectual apreciará mejor que nadie las verdades de la Pa-
labra divina. Cristo puede ser glorificado mejor por los que le sirven
inteligentemente. El gran objeto de la educación es habilitarnos para
hacer uso de las facultades que Dios nos ha dado, de manera tal que
exponga mejor la religión de la Biblia y se acreciente la gloria de
Dios.
Estamos endeudados con Aquel que nos dió la existencia, por
todos los talentos que nos ha entregado; y es un deber que tenemos
para con nuestro Creador el cultivar y acrecentar las aptitudes que él
ha confiado a nuestro cuidado. La educación disciplinará la mente,
desarrollará las facultades y las dirigirá de una manera inteligente
para que podamos ser útiles en promover la gloria de Dios. Necesi-
tamos colegios donde los que entran en el ministerio puedan recibir
enseñanza por lo menos en los ramos comunes de la educación, y
donde puedan aprender también con más perfección las verdades de
la Palabra de Dios para este tiempo. En relación con estos colegios,
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debieran darse conferencias sobre las profecías. Los que, en realidad,
tengan buenas aptitudes que Dios aceptará para trabajar en su viña,
recibirían gran beneficio con sólo una instrucción de pocos meses
en tales colegios.—
Testimonies for the Church 3:135-160 (1872)
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