Página 449 - La Educaci

Basic HTML Version

Los jóvenes han de llevar responsabilidades
445
deben llevar cargas para Dios. Han de recibir una preparación cabal
bajo maestros experimentados. Necesitan hacer el mejor uso posible
de su tiempo en el estudio, y poner en práctica el conocimiento
adquirido. Se necesita estudio y trabajo arduo para tener éxito como
ministro o como obrero en cualquier ramo de la causa de Dios. Nada
que no sea un cultivo constante desarrollará el valor de los dones
que Dios ha concedido para que sean sabiamente aprovechados.
A menudo se ocasiona un gran perjuicio a nuestros jóvenes
permitiéndoles que comiencen a predicar cuando aún no tienen sufi-
ciente conocimiento de las Escrituras para presentar nuestra fe de
una manera inteligente. Algunos de los que entran en el campo son
novicios en las Escrituras. En otras cosas son también incompetentes
y deficientes. No pueden leer las Escrituras sin vacilar, pronunciar
mal las palabras, y acumularlas de tal manera que maltratan la Pala-
bra de Dios. Los que no pueden leer correctamente deben aprender
a hacerlo, y necesitan hacerse aptos para enseñar antes de intentar
[495]
ponerse frente a un auditorio.
Los docentes de nuestras escuelas y colegios están obligados
a aplicarse debidamente al estudio, a fin de prepararse para ins-
truir a otros. Estos docentes no son aceptados hasta haber pasado
un examen crítico, y su capacidad para enseñar debe ser probada
por jueces competentes. No debiera ejercerse menos cautela en el
examen de los ministros; los que están por ingresar en la obra sa-
grada de enseñar la verdad bíblica al mundo, deben ser examinados
cuidadosamente por hombres fieles y experimentados.
La enseñanza impartida en nuestros colegios no ha de ser la
misma que se da en otros colegios y seminarios. No ha de ser de
un orden inferior; el conocimiento esencial destinado a preparar
a un pueblo que pueda subsistir en el gran día de Dios debe ser
considerado como el tema de suma importancia. Los estudiantes han
de ser aptos para servir a Dios, no solamente en esta vida, sino en la
futura. El Señor requiere que nuestros colegios preparen alumnos
para el reino hacia el cual se dirigen. Así estarán preparados para
participar en la santa y feliz armonía de los redimidos.
Muchos maestros corren el peligro de mecanizar su enseñanza.
Hay peligro de que un servicio ceremonial reemplace la obra genuina
que debe hacerse en el corazón. En tal caso la religión llegará a ser
poco más que una forma. Los estudiantes de nuestros colegios y