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La Educación Cristiana
enseñásteme desde mi mocedad; y hasta ahora he manifestado tus
maravillas”.
Salmos 71:17
.
Los jóvenes deberán pronto llevar las cargas que están llevando
ahora los obreros de más edad. Hemos perdido tiempo y descuidado
de impartir a los jóvenes una educación sólida y práctica. La causa
de Dios está progresando constantemente, y debemos obedecer la
orden: Avanzad. Se necesitan jóvenes que no sean arrastrados por las
circunstancias, que anden con Dios, oren mucho, y hagan esfuerzos
fervientes para obtener toda la luz que puedan.
El que trabaja para Dios debe emplear las más altas energías
mentales y morales con que la naturaleza, la cultura y la gracia
de Dios le han dotado; pero el éxito será proporcional al grado de
consagración y abnegación con que haga su obra, más bien que
con sus dotes naturales o adquiridas. Necesita hacer un esfuerzo
continuo y ferviente para adquirir la preparación que lo hará útil;
pero a menos que Dios obre con la humanidad, ésta no puede realizar
bien alguno. La gracia divina es el gran elemento del poder salvador;
sin ella todo esfuerzo humano es inútil.
Siempre que el Señor tiene una obra que hacer, pide, no sólo
oficiales de comando, sino toda clase de obreros. Hoy está llamando
a jóvenes, fuertes y activos de mente y cuerpo. Desea que ellos
aporten las facultades sanas y vigorosas de su cerebro, sus huesos
y músculos, al conflicto contra los principados, las potestades y las
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malicias espirituales en las alturas. Pero deben tener la preparación
necesaria. Algunos jóvenes que no tienen idoneidad para la obra
insisten para que se los acepte en ella. No comprenden que necesitan
ser enseñados antes que ellos puedan enseñar. Mencionan a hombres
que tuvieron poca preparación y que han trabajado con cierta medida
de éxito. Pero si estos hombres tuvieron éxito fué porque pusieron
su corazón y su alma en la obra. Y ¡cuánto más eficaces podrían
haber sido sus labores si desde el principio hubiesen recibido una
preparación adecuada!
La causa de Dios necesita hombres eficientes. La educación y
el adiestramiento son considerados correctamente como una prepa-
ración esencial para la vida comercial; y cuánto más esencial es la
preparación cabal para la obra de presentar el último mensaje de
misericordia al mundo. Esta preparación no puede adquirirse sola-
mente por escuchar la predicación. En nuestras escuelas, los jóvenes