Capítulo 4—La ciencia de la salvación: la principal
de las ciencias
Los colegios establecidos entre nosotros significan una gran
responsabilidad, pues implican importantes intereses. Nuestros cole-
gios, en forma especial, son un espectáculo para los ángeles y los
hombres. Hay poder en el conocimiento de las diversas ciencias y
Dios quiere que la ciencia avanzada se enseñe en nuestros colegios
como preparación para la obra que ha de preceder a las escenas
finales de la historia terrestre. La verdad ha de ir a los confines más
remotos de la tierra llevada por personas educadas para hacer la
obra. Pero, aunque en el conocimiento de la ciencia hay poder, el
conocimiento que Jesús vino a impartir personalmente al mundo
es el conocimiento del Evangelio. La luz de la verdad debe hacer
resplandecer sus brillantes rayos en las partes más lejanas de la
tierra; y la aceptación o el rechazo del mensaje de Dios entraña el
destino eterno de las almas.
El plan de salvación ocupó su lugar en los consejos del Infinito
desde toda la eternidad. El Evangelio es la revelación del amor de
Dios hacia los hombres y comprende todo lo que es esencial para
la felicidad y el bienestar de la humanidad. La obra de Dios en la
tierra es de una importancia inconmensurable, y el objeto especial
de Satanás es colocarla fuera del alcance de la vista y de la mente,
para hacer que sus engañosos artificios resulten eficaces para la
destrucción de aquellos por quienes murió Cristo. Es su propósito
hacer que los descubrimientos de los hombres sean exaltados por
encima de la sabiduría de Dios. La mente recibe el sello de la
idolatría cuando está monopolizada por los conceptos y las teorías
de los hombres, con exclusión de la sabiduría de Dios. La ciencia
falsamente llamada así, ha sido exaltada por encima de Dios, la
naturaleza por encima de su Hacedor; ¿cómo puede considerar Dios
tal sabiduría?
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En la Biblia está definido todo el deber del hombre. Salomón
dice: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el
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