Página 55 - La Educaci

Basic HTML Version

Capítulo 5—La educación superior
La expresión “educación superior” ha de considerarse desde un
punto de vista diferente del que ha sido vista por los estudiantes de
ciencias. La oración de Cristo a su Padre está llena de eterna verdad.
“Estas cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre,
la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te
glorifique a ti; como le has dado la potestad de toda carne, para que
dé vida eterna a todos los que le diste. Esta empero es la vida eterna:
que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has
enviado”. “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla:
porque no da Dios el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y
todas las cosas dió en su mano. El que cree en el Hijo, tiene vida
eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la
ira de Dios está sobre él”. El poder y alma de la verdadera educación
es un conocimiento de Dios y de Jesucristo, a quien él ha enviado.
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”.
De Jesús está escrito: “Y el niño crecía, y fortalecíase, y se hen-
chía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. ... Y Jesús crecía
en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres”.
El conocimiento de Dios constituirá una clase de conocimiento que
será tan duradero como la eternidad. Aprender y ejecutar las obras
de Cristo es obtener una educación verdadera. Aunque el Espíritu
Santo movía la mente de Cristo de modo que pudo decir a sus padres:
“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Pa-
dre me conviene estar?” no obstante, trabajó de carpintero como un
hijo obediente. Puso de manifiesto que tenía un conocimiento de su
obra como Hijo de Dios y, sin embargo, no exaltó su carácter divino.
No dió como razón para eludir la carga de los cuidados temporales
el hecho de que fuese divino, sino que estuvo sujeto a sus padres.
Era el Señor de los mandamientos y sin embargo, fué obediente a
todas sus exigencias, dejando así un ejemplo de obediencia para la
[53]
infancia, la juventud y la virilidad.
51