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La Educación Cristiana
Si la mente se pone a la tarea de estudiar la Biblia para obtener
información mejorará la facultad de razonar. Sometida al estudio de
las Escrituras, la mente se ensanchará y adquirirá un equilibrio más
uniforme que si se ocupara en la obtención de información general de
los libros que se usan y que no tienen relación con la Biblia. Ningún
conocimiento es tan firme, consistente y vasto en sus alcances como
el obtenido del estudio de la Palabra de Dios. Es la base de todo
verdadero conocimiento. La Biblia se parece a un manantial: cuanto
más miráis en su interior, tanto más profundo parece a la vista. Las
verdades grandiosas de la historia sagrada poseen una fuerza y una
belleza que asombran, y son tan vastas como la eternidad. Ninguna
ciencia iguala a la que revela el carácter de Dios. Moisés había sido
educado en toda la sabiduría de los egipcios y dijo, no obstante:
“Mirad, yo os he enseñado estatutos y derechos, como Jehová mi
Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual
entráis para poseerla. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque
ésta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos
los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo
sabio y entendido, gente grande es ésta. Porque ¿qué gente grande
hay que tenga los dioses cercanos a sí, como lo está Jehová nuestro
Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué gente grande hay que tenga
estatutos y derechos justos, como es toda esta ley que yo pongo
hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con
diligencia, que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni
se aparten de tu corazón todos los días de tu vida: y enseñarlas has a
tus hijos, y a los hijos de tus hijos”.
¿Dónde hallaremos leyes más nobles, puras y justas que las que
aparecen en los libros en que se registran las instrucciones dadas
a Moisés para los hijos de Israel? Estas leyes deben perpetuarse
a través de todos los tiempos para que el carácter del pueblo de
Dios pueda formarse a la semejanza divina. La ley es una muralla
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protectora para los que son obedientes a los preceptos de Dios. ¿De
qué otra fuente podemos obtener fuerza semejante o aprender tan
noble ciencia? ¿Qué otro libro puede enseñar al hombre a amar,
temer y obedecer a Dios como la Biblia? ¿Qué otro libro presenta
a los estudiantes ciencia más ennoblecedora, historia más maravi-
llosa? Claramente retrata la justicia, y vaticina la consecuencia de
la desobediencia a la ley de Jehová. A nadie se deja en la oscuri-