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La educación esencial
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mentes el plan de la salvación; de cómo, debido a la transgresión de
la ley de Dios, Cristo tomó sobre sí nuestros pecados. El hecho de
que el unigénito Hijo de Dios dió su vida a causa de la transgresión
del hombre para satisfacer la justicia y vindicar el honor de la ley de
Dios, debiera mantenerse constantemente ante la mente de niños y
jóvenes. El objeto de este gran sacrificio debiera asimismo mante-
nerse ante ellos, porque fué hecho para levantar al hombre caído y
degradado por el pecado. Cristo sufrió para que mediante la fe en
él nuestros pecados fuesen perdonados. Vino a ser el sustituto y la
seguridad del hombre, tomando sobre sí el castigo que no merecía,
para que nosotros que lo merecíamos pudiésemos ser libertados y
volver a la lealtad hacia Dios en virtud de los méritos de un Salvador
crucificado y resucitado. El es nuestra única esperanza de salvación.
En virtud de su sacrificio, los que ahora somos probados, somos
prisioneros de esperanza. Hemos de revelar al universo—al mundo
caído y a los mundos no caídos—que en Dios hay perdón y que
mediante su amor podemos ser reconciliados con él. El hombre que
se arrepiente, que experimenta contrición de corazón, que cree en
Cristo como sacrificio expiatorio, llega a comprender que Dios se
ha reconciliado con él.
Debiéramos conservar una profunda gratitud todos los días de
nuestra vida porque el Señor ha dejado escritas estas palabras: “Por-
que así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo
nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el
quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
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humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. La re-
conciliación de Dios con el hombre y del hombre con Dios es segura
si se llenan ciertas condiciones. El Señor dice: “Los sacrificios de
Dios son el espíritu quebrantado: al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, oh Dios”. En otro lugar dice: “Cercano está Jehová
a los quebrantados de corazón; y salvará a los contritos de espíritu”.
“Porque el alto Jehová atiende al humilde; mas al altivo mira de
lejos”. “Jehová dijo así: El cielo es mi solio, y la tierra estrado de
mis pies: ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde
este lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas
estas cosas fueron, dice Jehová: mas a aquel miraré que es pobre y
humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. “El espíritu del
Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado a