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La Educación Cristiana
en este asunto, serán llamados a cuenta por su infiel mayordomía. A
los niños se les ha de tratar tierna y amablemente y enseñárseles que
Cristo es su Salvador personal y que por el sencillo procedimiento
de entregarle su mente y corazón, llegan a ser sus discípulos.
Debiera enseñarse a los niños a cargar con una parte de los de-
beres domésticos. Se les debiera instruir en la manera de ayudar
al papá y la mamá en las cositas que pueden hacer. Debiera edu-
cárseles la mente para pensar, la memoria para recordar la tarea
señalada; y mientras se les está haciendo adquirir el hábito de ser
útiles en el hogar, se les está educando en el cumplimiento de los
deberes prácticos adaptados a su edad. Si los niños reciben la debida
enseñanza en el hogar, no se les verá en las calles, recibiendo allí,
como tantos, la educación que el azar les depare. Los padres que
aman con sensatez a sus hijos no los dejarán crecer con hábitos de
indolencia e ignorantes de la mejor manera de hacer los trabajos
domésticos. La ignorancia no es aceptable a Dios y es desfavorable
para la realización de su obra. El ser ignorante no ha de considerarse
como señal de humildad o algo por lo que los hombres debieran ser
alabados. Empero Dios obra por su pueblo a pesar de su ignorancia.
Aquellos que no han tenido oportunidad de educarse, o la han tenido
y no la han aprovechado, y se convierten al Señor, pueden ser útiles
en su servicio mediante la operación de su Espíritu Santo. Pero los
que tienen educación y se consagran al servicio de Dios, pueden
prestar servicio en mayor número de maneras diversas y llevar a cabo
una obra más extensa en guiar almas al conocimiento de la verdad,
que aquellos que carecen de educación. Les aventajan debido a la
disciplina mental que han obtenido. No despreciamos la educación
en manera alguna, sino que, por el contrario, aconsejamos que se
lleve adelante con un concepto cabal de la brevedad del tiempo y
la gran obra que hay que llevar a cabo antes de la venida de Cristo.
No quisiéramos que los estudiantes creyesen que pueden dedicar
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muchos años a la adquisición de una educación. Empleen ellos en
llevar adelante la obra de Dios la educación que pueden adquirir en
un espacio razonable de tiempo. Nuestro Salvador está en el san-
tuario intercediendo en favor nuestro. Es nuestro Sumo Sacerdote
intercesor, que hace por nosotros el sacrificio de la expiación, y pre-
senta en favor nuestro los méritos de su sangre. Los padres deberían
tratar de presentar este Salvador ante sus hijos, a fin de grabar en sus