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La necesidad de una reforma educacional
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humildemente, impartiendo lo que han recibido, Dios daría su Santo
Espíritu a muchos que están destituidos de su gracia.
Elementos de éxito
En la obra de reforma, maestros y alumnos debieran cooperar, y
trabajar cada uno con el mejor interés de hacer de nuestras escuelas
algo que Dios pueda aprobar. La unidad de acción es necesaria para
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el éxito. Un ejército en batalla se vería confundido y derrotado si
cada soldado entrara en acción de acuerdo con sus propios impulsos
en lugar de hacerlo en armonía, bajo la dirección de un general
competente. Los soldados de Cristo deben también obrar en armonía.
Unas cuantas almas convertidas, unidas por un gran propósito bajo
la dirección de una cabeza, obtendrán victorias en cada encuentro.
Si existe desunión entre los que profesan creer la verdad, el
mundo llegará a la conclusión de que este pueblo no puede ser de
Dios porque el uno obra en contra del otro. Cuando seamos uno
con Cristo, seremos unidos entre nosotros. Los que no están en
el yugo con Cristo siempre tiran para el lado opuesto. Poseen un
temperamento que pertenece a la naturaleza carnal del hombre, y
a la menor excusa, su ira se despierta para oponerse a la pasión
ajena. Esto produce choques; y en las reuniones de comisión, en
las reuniones de junta y en las asambleas públicas, se oyen voces
ruidosas que se oponen a los métodos de reforma.
La obediencia a cada palabra de Dios es otra de las condiciones
del éxito. Las victorias no se obtienen por ceremonias u ostentación
sino por la sencilla obediencia al supremo General: Jehová, Dios de
los cielos. El que confía en este Jefe, jamás sabrá lo que es derrota.
La derrota proviene de depender de los métodos humanos, de las
invenciones humanas, relegando lo divino a un segundo lugar. La
obediencia fué la lección que el Capitán de las huestes del Señor
trató de enseñar a los vastos ejércitos de Israel; obediencia a cosas
en que ellos no podían ver éxito. Cuando se preste obediencia a la
voz de nuestro Jefe, Cristo dirigirá sus batallas en forma que ha de
sorprender a los mayores poderes de la tierra.
Somos soldados de Cristo y se espera de los que se alisten en su
ejército que lleven a efecto trabajo dificultoso, trabajo que exigirá
el máximo de sus energías. Debemos comprender que la vida de un