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La Educación Cristiana
ensanchar el colegio habría sido mejor invertirlo en levantar edificios
escolares en otras localidades.
Los nuevos edificios de Battle Creek son un estímulo para que
las familias se muden a dicho lugar para educar a sus hijos en el
colegio. Pero hubiera sido una bendición mucho mayor para todo
interesado si los estudiantes hubiesen sido educados en alguna otra
localidad y en mucho menor número. La agrupación de gente en
Battle Creek constituye una falta tanto de los que dirigen como
de los que se mudaron a dicho lugar. Hay campos mejores para
empresas misioneras que Battle Creek y, sin embargo, los que están
en los puestos de responsabilidad han trazado planes para tener allí
todo lo de carácter más conveniente; y con las grandes facilidades
están diciendo a la gente: “Venid a Battle Creek; trasladad aquí a
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vuestras familias, y educad aquí a vuestros hijos”.
Si algunas de nuestras grandes instituciones educacionales fue-
sen fraccionadas en más pequeñas, y se establecieran escuelas y
colegios en varios lugares, se haría mayor progreso en la cultura fí-
sica, mental y moral. El Señor no ha dicho que debiera haber menos
edificios, sino que ellos no se concentren en demasía en un lugar.
La gran cantidad de medios invertidos en unas pocas localidades
debiera haberse usado en el desarrollo de un campo más vasto, de
modo que pudiera darse cabida a muchos estudiantes más.
Ha llegado el momento de levantar el estandarte de la verdad
en muchos lugares, para despertar el interés y dar extensión al cam-
po misionero hasta que circunde al mundo. Ha llegado el tiempo
cuando debiera llamarse la atención de muchos al mensaje de la
verdad. Mucho puede hacerse en este sentido que no se ha hecho.
Al paso que las iglesias son responsables de mantener sus propias
lámparas aderezadas y encendidas, jóvenes consagrados deben ser
educados en sus propios países para llevar esta obra adelante. De-
bieran establecerse colegios, pero no tan primorosos como los de
Battle Creek y College View, sino más sencillos, de edificios más
humildes, y con maestros que adoptasen los mismos planes que se
siguieron en las escuelas de los profetas. En lugar de concentrar la
luz en un solo sitio, donde muchos no aprecian ni aprovechan lo que
se les da, la luz debiera llevarse a muchos lugares de la tierra. Si
maestros consagrados, temerosos de Dios, de mentes bien equilibra-
das y de ideas prácticas fueran a los campos misioneros y trabajaran