Página 27 - La Edificaci

Basic HTML Version

El dominio de los apetitos y pasiones
23
hermanos a proponerse una norma que les fuese imposible alcanzar;
no oró porque ellos obtuvieran bendiciones que no fuera la voluntad
de Dios conceder. El sabía que todos los que deseen estar listos para
encontrar a Cristo en paz deben poseer un carácter puro y santo.
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para
recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así
que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera
peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y
lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para
otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
1 Corintios 9:25-27
. “¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
[25]
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1 Corintios
6:19, 20
.
Una ofrenda sin tacha
Nuevamente, el apóstol escribe a los creyentes: “Así que, herma-
nos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional”.
Romanos 12:1
. Al antiguo Israel se le dieron di-
rectivas específicas en el sentido de que ningún animal defectuoso
o enfermo fuera presentado como ofrenda a Dios. Sólo los más
perfectos habían de ser seleccionados para este propósito. El Señor,
por medio del profeta Malaquías, reprobó de la manera más severa a
su pueblo por apartarse de estas instrucciones.
“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy
yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi
temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que
menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado
tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis:
¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová
es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio,
¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es
malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le
serás acepto? dice Jehová de los ejércitos... Trajisteis lo hurtado, o