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La Edificación del Carácter
noche, abre las puertas de la cárcel, los saca fuera, y dice: “Id, y
puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras
de esta vida”.
Hechos 5:20
.
Con fidelidad y fervor, Juan dio testimonio por su Señor en toda
ocasión apropiada. El vio que los tiempos estaban llenos de peligro
para la iglesia. Existían por doquiera engaños satánicos. Las mentes
del pueblo vagaban por los laberintos del escepticismo y las doctrinas
engañosas. Algunos que pretendían ser leales a la causa de Dios,
eran engañadores. Negaban a Cristo y su Evangelio, e introducían
herejías perjudiciales y vivían transgrediendo la ley divina.
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El tema favorito de Juan
El tema favorito de Juan era el amor infinito de Cristo. El creía
en Dios como un hijo cree en un padre bondadoso y tierno. Entendía
el carácter y la obra de Jesús; y cuando vio a sus hermanos judíos
recorriendo a tientas su camino sin un rayo del Sol de justicia que
iluminara su senda, anheló presentarles a Jesús, la Luz del mundo.
El fiel apóstol vio que su ceguedad, su orgullo, superstición e
ignorancia de las Escrituras, estaban atando sus almas con cadenas
que nunca serían quebrantadas. El prejuicio y el odio que contra
Cristo albergaban obstinadamente estaban trayendo ruina sobre ellos
como nación, y destruyendo sus esperanzas de vida eterna. Pero
Juan continuaba presentándoles a Cristo como el único camino
de salvación. La evidencia de que Jesús de Nazaret era el Mesías
resultaba tan clara que Juan manifiesta que ningún hombre necesita
andar en las tinieblas del error mientras esa luz le es ofrecida.
Tristeza producida por errores ponzoñosos
Juan vivió para ver el Evangelio de Cristo predicarse lejos y
cerca, y a miles aceptando ávidamente sus enseñanzas. Pero se vio
lleno de tristeza al percibir errores ponzoñosos que se introducían
en la iglesia. Algunos que aceptaban a Cristo pretendían que su
amor los libraba de la obediencia a la ley de Dios. Por otra parte,
muchos enseñaban que debía observarse la letra de la ley, y también
todas las costumbres y ceremonias judaicas, y que esto era suficiente
para la salvación, sin la sangre de Cristo. Sostenían que Cristo era