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La Edificación del Carácter
apóstol Juan, cuyas epístolas tratan tanto acerca del amor: “Este es
el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos”.
1 Juan 5:3
. El
hijo que ama a sus padres manifestará ese amor por una obediencia
voluntaria; pero el niño egoísta, desagradecido, trata de hacer tan
poco como sea posible por sus padres, en tanto que al mismo tiempo
desea gozar de todos los privilegios concedidos a un hijo fiel y
obediente. La misma diferencia se ve entre los que profesan ser hijos
de Dios. Muchos que saben que son los objetos del amor y cuidado
de Dios, y que desean recibir sus bendiciones, no encuentran placer
en hacer su voluntad. Consideran los requisitos de Dios para con
ellos como una restricción desagradable, sus mandamientos como un
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yugo gravoso. Pero el que está buscando verdaderamente la santidad
del corazón y la vida, se deleita en la ley de Dios, y se lamenta
únicamente de que esté tan lejos de cumplir sus requerimientos.
Se nos ordena amarnos los unos a los otros como Cristo nos
amó a nosotros. El ha manifestado su amor deponiendo su vida para
redimirnos. El discípulo amado dice que debemos estar dispuestos
a poner nuestras vidas por los hermanos. Pues “todo aquel que
ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por
él”.
1 Juan 5:1
. Si amamos a Cristo, amaremos también a los que
se le parecen en su vida y carácter. Y no solamente así, sino que
también amaremos a aquellos que están “sin esperanza y sin Dios
en el mundo”.
Efesios 2:12
. Fue para salvar a los pecadores por lo
que Cristo dejó su hogar en el cielo, y vino a la tierra a sufrir y a
morir. Por esto él sufrió y agonizó y oró, hasta que, con el corazón
quebrantado y abandonado por aquellos a quienes vino a salvar,
derramó su vida en el Calvario.
Imitemos al modelo
Muchos se apartan de una vida tal como la que vivió nuestro
Salvador. Sienten que requiere un sacrificio demasiado grande imitar
al Modelo, llevar frutos en buenas obras, y luego soportar pacien-
temente las podas de Dios para que lleven más frutos. Cuando el
cristiano se considera a sí mismo sólo como un humilde instrumento
en las manos de Cristo, y trata de realizar con fidelidad todos los
deberes, descansando en la ayuda que Dios ha prometido, entonces
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llevará el yugo de Cristo y lo encontrará liviano; llevará cargas por