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La cultura mental y espiritual
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Y el valor intelectual del estudio de la Biblia no consiste sola-
mente en investigar la verdad y descubrir su estructura íntima, sino
también en el esfuerzo requerido para abarcar los temas presentados.
La mente ocupada solamente con asuntos vulgares se empequeñece
y debilita. Si nunca se empeña en comprender verdades grandes y
de vasto alcance, después de un tiempo pierde la facultad de crecer.
Como salvaguardia contra esa degeneración, y como estímulo para
el desarrollo, nada puede igualar al estudio de la Palabra de Dios.
Como medio de educación intelectual, la Biblia es más eficaz que
cualquier otro libro o que todos los demás libros juntos. La grandeza
de sus temas, la elevada sencillez de sus expresiones, la belleza de
sus figuras, avivan y elevan los pensamientos como ningún otro libro
puede lograrlo. Ningún otro estudio puede impartir poder mental
como el que imparte el esfuerzo que se realiza para abarcar las es-
tupendas verdades de la revelación. La mente que en esa forma se
pone en contacto con los pensamientos del Ser infinito no puede
sino desarrollarse y fortalecerse.
Mayor aún es el poder de la Biblia en el desarrollo de la na-
turaleza espiritual. El hombre, creado para vivir en comunión con
Dios, puede encontrar su verdadera vida y su auténtico desarrollo
únicamente en esa comunión. Creado para descubrir en Dios su
mayor gozo, en ninguna otra cosa puede hallar aquello que puede
calmar los anhelos de su corazón, y satisfacer el hambre y la sed del
alma. Aquel que con espíritu dócil y sincero estudia la Palabra de
Dios para comprender sus verdades, se pondrá en contacto con su
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Autor y, a menos que sea por propia decisión, no tienen límite las
posibilidades de su desarrollo.
En su vasta gama de estilo y temas, la Biblia tiene algo para
interesar a cada mente y atraer cada corazón. Sus páginas encie-
rran historia antiquísima; biografías fieles a la vida; principios de
gobierno para regir al estado y gobernar la casa, principios que la
sabiduría humana nunca ha conseguido igualar. Contiene la más
profunda filosofía, la poesía más dulce y sublime, apasionada y emo-
cionante. Los escritos de la Biblia, considerados de esta manera,
son inconmensurablemente superiores en valor a las producciones
de cualquier autor humano, pero considerados en su relación con
su gran pensamiento central, son de alcance infinitamente más am-
plio, de valor infinitamente mayor. Desde este punto de vista, cada