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La Educación
Dios ha descripto en su Palabra a un hombre próspero, cuya vida
fue un éxito en el sentido más verdadero, hombre al cual el cielo y
la tierra se complacían en honrar. Job mismo dice de su vida:
“Así fue en los días de mi juventud,
cuando el favor de Dios protegía mi morada;
cuando aún estaba conmigo el Omnipotente
y mis hijos me rodeaban [...].
“Entonces yo salía a la puerta, a juicio,
y en la plaza hacía preparar mi asiento.
Al verme, los jóvenes se escondían,
los ancianos se levantaban y permanecían en pie,
los príncipes dejaban de hablar
y se tapaban la boca con la mano,
y la voz de los principales se apagaba [...].
“Entonces los que me oían
me llamaban bienaventurado,
y los que me veían testimoniaban a favor mío,
porque yo libraba al pobre que clamaba
y al huérfano que carecía de ayudador.
La bendición del que estaba a punto
de perderse venía sobre mí,
y al corazón de la viuda
yo procuraba alegría.
Iba yo vestido de justicia, cubierto con ella;
como manto y diadema era mi rectitud.
Yo era ojos para el ciego,
pies para el cojo y padre para los necesitados.
De la causa que no entendía,
me informaba con diligencia
“Porque ningún forastero pasaba fuera la noche,
sino que yo abría mis puertas al caminante”
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“Los que me escuchaban, esperaban [...].
Yo les indicaba su camino
y me sentaba entre ellos como el jefe.
Vivía como un rey en medio de su ejército,
o como el que consuela a los que lloran”.
“La bendición de Jehová es la que enriquece,