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La Educación
de espíritu
hacían aún más necesaria la severa disciplina propia.
Estas vicisitudes despertaron y desarrollaron en él la facultad de
tratar con los hombres, la solidaridad hacia los oprimidos y el odio a
la injusticia. En los años de espera y peligro, David aprendió a buscar
en Dios su consuelo, su sostén, su vida. Aprendió que solamente
por medio del poder de Dios podría llegar al trono; solamente por
medio de la sabiduría divina podría gobernar sabiamente. Mediante
la instrucción recibida en la escuela de las dificultades y el dolor,
David pudo merecer este juicio, aunque más tarde lo manchara su
gran pecado: “Administraba justicia y equidad a todo su pueblo
La experiencia de Salomón
En los primeros años de la vida de Salomón faltó la disciplina
de los primeros años de la vida de David. En cuanto a condiciones,
carácter y vida, parecía más favorecido que todos los demás. Noble
en su juventud y en su adultez, amado por su Dios, Salomón se inició
en un reinado que prometía gran prosperidad y honor. Las naciones
se maravillaban del conocimiento y la perspicacia del hombre a
quien Dios había dado sabiduría. Pero el orgullo de la prosperidad lo
separó de Dios. Salomón se apartó del gozo de la comunión divina
para buscar satisfacción en los placeres de los sentidos. Él mismo
escribió:
“Acometí grandes obras, me edifiqué casas, planté viñas para mí;
me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles
frutales [...]. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en
casa. Tuve muchas más vacas y ovejas que cuantos fueron antes de
mí en Jerusalén. Amontoné también plata y oro, y preciados tesoros
dignos de reyes y de provincias. Me hice de cantores y cantoras, y de
toda clase de instrumentos musicales, y gocé de los placeres de los
hijos de los hombres. Fui engrandecido y prosperé más que todos
cuantos fueron antes de mí en Jerusalén [...]. No negué a mis ojos
ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de placer alguno,
porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía [...]. Miré luego
todas las obras de mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas;
y he aquí, todo es vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho
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debajo del sol. Después volví a considerar la sabiduría, los desvaríos