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Capítulo 18—Los misterios de la Biblia
“¿Descubrirás tú los secretos de Dios?”
Job 11:7
.
Ninguna mente finita puede comprender plenamente el carácter
o las obras del Ser infinito. No podemos descubrir a Dios por medio
de la investigación. Para las mentes más fuertes y mejor cultivadas,
lo mismo que para las más débiles e ignorantes, el Ser santo debe
permanecer rodeado de misterio. Pero aunque “nubes y oscuridad
alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su trono
pode-
mos comprender lo suficiente de su trato con nosotros para descubrir
una misericordia ilimitada unida a un poder infinito. Podemos com-
prender, de sus propósitos, lo que seamos capaces de asimilar; más
allá de esto, hemos de confiar en la mano omnipotente, en el corazón
lleno de amor.
La Palabra de Dios, como el carácter de su Autor, presenta mis-
terios que nunca podrán ser completamente comprendidos por los
seres finitos. Pero Dios ha dado en las Escrituras suficiente evidencia
de su autoridad divina. Su propia existencia, su carácter, la veraci-
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dad de su Palabra, lo corrobora un testimonio que toca a nuestra
razón, y ese testimonio es abundante. Es cierto, él no ha eliminado
la posibilidad de dudar; la fe debe apoyarse en la evidencia, no en la
demostración; los que desean dudar tienen oportunidad de hacerlo,
pero los que desean conocer la verdad tienen suficiente terreno para
ejercer la fe.
No tenemos motivos para dudar de la Palabra de Dios por el
hecho de que no podamos comprender los misterios de su provi-
dencia. En el mundo natural, estamos constantemente rodeados de
maravillas superiores a nuestra comprensión. ¿Nos ha de sorprender,
entonces, encontrar también en el mundo espiritual misterios que no
podemos sondear? La dificultad reside solamente en la estrechez y
la debilidad de la mente humana.
Los misterios de la Biblia, lejos de ser un argumento contra
ella, se encuentran entre las más fuertes pruebas de su inspiración
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