Página 150 - La Educaci

Basic HTML Version

146
La Educación
solamente podemos percibir destellos. La plenitud del brillo está
fuera del alcance de nuestra visión.
Al contemplar las grandes verdades de la Palabra de Dios, obser-
vamos una fuente que se amplía y profundiza bajo nuestra mirada.
Su amplitud y profundidad sobrepasan nuestro conocimiento. Al
mirar, la visión se expande; contemplamos extendido delante de
nosotros un mar sin límites.
Este estudio tiene poder vivificador. La mente y el corazón ad-
quieren fuerza y vida nuevas.
Esta experiencia es la mayor evidencia de que la Biblia es de
origen divino. Recibimos la Palabra de Dios como alimento para
el alma, mediante la misma evidencia por la cual recibimos el pan
como alimento para el cuerpo. El pan suple la necesidad de nuestra
naturaleza. Sabemos por experiencia que produce sangre, huesos
y cerebro. Apliquemos la misma prueba a la Biblia: Cuando sus
principios han llegado a formar efectivamente parte del carácter,
¿cuál ha sido el resultado? ¿Qué cambios se han efectuado en la
vida? “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas
Gracias a su poder, los hombres y mujeres han roto las cadenas de los
hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. Los profanos se
han vuelto reverentes; los beodos, sobrios; los libertinos, puros. Las
almas que exponían la semejanza de Satanás, han sido transformadas
a la imagen de Dios. Este cambio es en sí el milagro de los milagros.
Es un cambio realizado por la Palabra, uno de los más profundos
misterios de la Palabra. No lo podemos comprender; solo podemos
creer, según lo declara la Escritura, que es “Cristo en vosotros, la
esperanza de la gloria
[156]
El conocimiento de este misterio es la clave de todos los de-
más. Abre al alma los tesoros del universo, las posibilidades de un
desarrollo infinito.
Y este desarrollo se obtiene por medio de la constante revelación
del carácter de Dios a nosotros, de la gloria y el misterio de la Palabra
escrita. Si nos fuera posible lograr una plena comprensión de Dios
y su Palabra, no habría para nosotros más descubrimientos de la
verdad, mayor conocimiento, ni mayor desarrollo. Dios dejaría de
ser supremo, y el hombre dejaría de progresar. Gracias a Dios, no es
así. Puesto que Dios es infinito, y en él están todos los tesoros de la
sabiduría, podremos escudriñar y aprender siempre, durante toda la