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Capítulo 26—Métodos de enseñanza
“Para dar sagacidad a los ingenuos, y a los jóvenes inteligencia y
cordura”.
Proverbios 1:4
.
Durante siglos la educación ha dependido en extenso grado de
la memoria. Esta facultad ha sido sobrecargada hasta lo sumo, y
no se han desarrollado paralelamente las demás facultades. Los
estudiantes han ocupado su tiempo en almacenar trabajosamente en
la memoria una cantidad de conocimientos, muy pocos de los cuales
iban a poder utilizar finalmente. El cerebro recargado con lo que no
puede digerir ni asimilar, por fin se debilita, no puede realizar un
esfuerzo vigoroso y serio, y se conforma con depender del criterio y
el discernimiento de los demás.
Al verificar los malos resultados de este método, algunos se
han ido al otro extremo. Según su parecer el hombre solo necesita
desarrollar lo que está dentro de él. Semejante educación fomenta la
presunción en el estudiante, y lo aparta de la fuente del conocimiento
y el poder verdaderos.
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La educación que consiste en adiestrar la memoria y tiende a
desalentar la reflexión personal, ejerce una influencia moral que se
aprecia demasiado poco. Al renunciar el estudiante a la facultad de
razonar y juzgar por sí mismo, se incapacita para distinguir la verdad
y el error, y es fácil presa del engaño. No cuesta inducirlo a seguir la
tradición y la costumbre.
Es un hecho sumamente ignorado, pero no por eso menos peli-
groso, que el error rara vez se presenta tal como es. Logra aceptación
mezclado o ligado a la verdad. El comer del árbol del conocimiento
del bien y del mal causó la ruina de nuestros primeros padres, y la
aceptación de una mezcla de bien y de mal es la causa de la ruina de
los seres humanos de hoy día. La mente que depende del criterio de
otros se extraviará tarde o temprano.
La facultad de distinguir entre lo bueno y lo malo solo se puede
obtener mediante la dependencia individual del Señor. Cada uno
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