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La Educación
al Creador, de ejercitar la fe en él y de comprender y obedecer las
enseñanzas de su Espíritu. El intelecto santificado sacaba del tesoro
de Dios cosas nuevas y viejas, y el Espíritu de Dios se manifestaba
en la profecía y el canto sagrado.
Estas escuelas llegaron a ser uno de los medios más eficaces para
estimular la justicia que “engrandece a la nación
En gran escala
contribuyeron a poner el cimiento de la maravillosa prosperidad que
distinguió a los reinados de David y Salomón.
Los principios enseñados en las escuelas de los profetas eran los
mismos que modelaron el carácter y la vida de David La Palabra de
Dios fue su maestro. “De tus mandamientos—dijo él—he adquirido
inteligencia [...]. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos
Eso
indujo a Dios a decir de David, cuando lo llamó para ocupar el trono,
que era “varón conforme a mi corazón
En los primeros tiempos de la vida de Salomón se ven también
los resultados del método educativo de Dios. Este rey tomó en su
juventud la misma decisión que David. Antes que cualquier bien
terrenal, pidió a Dios un corazón sabio y entendido. Y el Señor no
solo le dio lo que le pedía, sino lo que no había pedido: riquezas y
honores. El poder de su inteligencia, la amplitud de su conocimiento
y la gloria de su reinado se hicieron famosos en todo el mundo.
Durante los reinados de David y Salomón, Israel llegó al apogeo
de su grandeza. Se cumplió la promesa dada a Abraham y repetida
por medio de Moisés: “Porque si guardáis cuidadosamente todos
estos mandamientos que yo os prescribo para que los cumpláis, y
si amáis a Jehová, vuestro Dios, andando en todos sus caminos y
siguiéndolo a él, Jehová también echará de vuestra presencia a todas
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estas naciones, y desposeeréis a naciones grandes y más poderosas
que vosotros. Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será
vuestro: desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta
el mar occidental será vuestro territorio. Nadie se sostendrá delante
de vosotros
Pero en medio de la prosperidad acechaba el peligro. El pecado
de los últimos años de David, aunque él se arrepintió sinceramente,
y fue duramente castigado, impulsó al pueblo a transgredir los man-
damientos de Dios. Y la vida de Salomón, después de una mañana
tan promisoria, fue oscurecida por la apostasía. El deseo de obtener
poder político y engrandecimiento propio lo indujo a aliarse con