Página 61 - La Educaci

Basic HTML Version

Biografías de grandes hombres
57
A Moisés le ofrecieron el palacio de los faraones y el trono
del monarca, pero en esas cortes reales se practicaban los placeres
pecaminosos que hacen que el hombre se olvide de Dios, y él esco-
gió antes “riquezas duraderas, y justicia
En vez de ligarse a la
grandeza de Egipto, prefirió unir su vida al propósito de Dios. En
vez de dictar leyes a Egipto, dictó leyes al mundo, bajo la dirección
divina. Llegó a ser instrumento de Dios para dar a los hombres los
principios que constituyen la salvaguardia, tanto del hogar como de
la sociedad, que son la piedra angular de la prosperidad de las na-
ciones, principios reconocidos hoy día por los hombres más grandes
del mundo como fundamento de todo lo bueno que existe en los
gobiernos humanos.
La grandeza de Egipto yace en el polvo. Su poder y civilización
han pasado. Pero la obra de Moisés nunca podrá perecer. Los grandes
principios de justicia para cuya instauración él vivió, son eternos.
La vida de trabajo y preocupaciones de Moisés estaba iluminada
por la presencia de Aquel que es el “señalado entre diez mil”, “y
todo él codiciable
Compañero de Cristo en la peregrinación por
el desierto, compañero de Cristo en el monte de la transfiguración,
compañero de Cristo en las cortes celestiales, Moisés llevó una vida
que en la tierra bendecía a la par que recibía bendición, y que en el
cielo fue honrada.
También Pablo, en sus múltiples labores, fue sostenido por el
poder sustentador de la presencia de Cristo. “Todo lo puedo—dijo
él—en Cristo que me fortalece
“¿Quién nos separará del amor
[63]
de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? [...] Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual
estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro
Sin embargo, hay un gozo futuro que Pablo esperaba como
recompensa de sus labores, el mismo gozo por causa del cual Cristo
soportó la cruz y despreció la vergüenza, el gozo de ver el fruto de
su trabajo. “¿Cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que
me gloríe?—escribió a los conversos tesalonicenses—. ¿No lo sois