Velad y orad, 31 de marzo
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Mateo 26:41
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Somos peregrinos y extranjeros en este mundo, y vamos por un sen-
dero sembrado de peligros por aquellos que han rechazado al Único que
podía salvarlos. Se nos presentarán ingeniosos subterfugios y problemas
científicos para tratar de desviarnos de nuestra fidelidad; pero no nece-
sitamos prestarles atención. Cada alma esté alerta. El adversario está
sobre vuestros rastros. Sed vigilantes, velando cuidadosamente para que
ningún engaño maestro os tome desprevenidos...
La experiencia de los discípulos en el Getsemaní contiene una lec-
ción para el pueblo de Dios de hoy... Ellos no se dieron cuenta de la
necesidad de velar en ferviente oración para resistir a la tentación. Mu-
chos hoy están profundamente dormidos como los discípulos. No están
velando y orando para no entrar en tentación. Leamos y estudiemos
cuidadosamente y a menudo esas porciones de la Palabra de Dios que
tienen especial referencia a estos últimos días, indicando los peligros
que amenazarán al pueblo de Dios.
Necesitamos una percepción profunda y santificada. Esta percepción
no debe ser usada para criticarnos y condenarnos mutuamente, sino para
discernir las señales de los tiempos. Debemos mantener nuestros corazo-
nes con toda diligencia, para no naufragar en la fe. Los que descuidan la
vigilancia y la oración en estos tiempos de peligro, los que descuidan
unirse con sus hermanos para buscar al Señor, manteniéndose apartados
de los agentes designados por Dios en la iglesia, están en grave peli-
gro de fortalecerse a sí mismos en sus propias posiciones, siguiendo
los impulsos de sus propias mentes, y rehusando prestar atención a las
amonestaciones del Señor...
Los que andan humildemente delante de Dios, no confiando en su
propia sabiduría, se darán cuenta de su peligro y conocerán el poder del
cuidado protector de Dios.—
The Review and Herald, 7 de julio de 1910
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